Un incendio es un fuego no controlado que se produce de forma no deseada y destruye lo que no debía quemarse. Ninguna persona está exenta de pasar por una situación crítica como lo es un incendio y estar preparado te puede salvar la vida.
Lo primero es mantener la calma para poder actuar de manera oportuna e inteligente, pues el miedo paraliza, hace actuar a las personas de forma irracional o adoptar conductas desordenadas, agresivas y desconcertadas, que las llevan a tomar decisiones que incrementan el peligro para ellas y para los demás.
Si el fuego es pequeño y tienes extinguidor a la mano procede a controlarlo y apagarlo inmediatamente. Aun así, es importante pedir ayuda a los bomberos.
Si no estás solo puede haber un socorrista más experimentado que tú, o alguien más preparado para tomar el liderazgo en el espacio en que te encuentres. En ese caso, sigue sus instrucciones. Los conflictos de poder no son buenos compañeros en una emergencia.
Si no lo hay nadie que tome el liderazgo y te sientes preparado para hacerlo, hazlo tú.
Ayuda a los demás a calmarse. Explica con voz firme y clara lo que cada uno debe hacer. Instruye a alguien para que llame a los bomberos, cierre el gas, corte la energía eléctrica y conduzca a los demás en pequeños grupos y de forma ordenada.
Si existe una gran cantidad de humo es necesario gatear hasta la salida y cubrirse la boca y nariz con una toalla húmeda para evitar inhalarlo. La mayoría de los fallecidos en un incendio no mueren quemados sino por la inhalación de humo.
Si te encuentras en un edificio no utilices los ascensores y toca las puertas antes de abrirlas. Si están muy calientes no las abras y busca una salida alternativa o de emergencia.
Si en algún momento eres alcanzado por las llamas arrójate al suelo cubriéndote el rostro con las manos y rueda sobre hacia atrás y hacia adelante hasta extinguir el fuego. Si es otra persona la que se encuentra en esta situación, instrúyela y procura no manipularla a menos que sea estrictamente necesario, es más probable que si intervienes directamente puedas lastimarla o que tú mismo te pongas en riesgo.
Si estas en un cuarto donde aún no ha llegado el humo y éste ya invadió las escaleras o el pasillo al que te enfrentas, no salgas. Sella las rendijas de la puerta para evitar que el humo penetre usando toallas mojadas, frazadas u otra ropa y busca alternativas. Si tienes al alcance una ventana ábrela y pide ayuda.
No utilices agua para tratar de sofocar el fuego. El agua como tal no lo apaga, puede bajar la temperatura y el humo en el corto plazo, pero eventualmente puede incluso propagarlo. Usa un extintor o en su defecto tierra o arena.
Si lograste salir del edificio que se encuentra en llamas alerta a los vecinos y las personas de los inmuebles aledaños para que tomen precauciones.
No te acerques o te arriesgues a regresar al inmueble en llamas hasta que los bomberos te den autorización. Recuerda: las cosas materiales van y vienen pero no así la vida.
Ojalá nunca llegues a necesitar estas medidas de auxilio, pero por lo pronto habla de la posibilidad con tu familia, con las personas con las que vives o trabajas. Compartir medidas de emergencia nos consolida como equipo y facilita que reaccionemos de forma adecuada en caso de llegar a necesitarlas. Ten un extintor de fuego y aprende a manejarlo. Más vale prevenir que lamentar.
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