Sensopercepción: No todo lo que sabe a círculo es redondo

Prácticamente todos los mensajes vebales o no verbales que generan las organizaciones consciente o inconscientemente, llevan implícita una expresión sensorial que estimula las decisiones de sus clientes y colaboradores para actuar, comprar, pertenecer o convivir y se incorpora a la idea de lo que la organización es y ofrece.

En la medida en que somos capaces de reconocer como funcionan los sentidos y las persepciones que integran el proceso de sensopercepción, podremos plantear de mejor manera la construcción de mensajes congruentes y consistentes que comuniquen lo que nuestra organización es y ofrece a sus distintos públicos.

Al recibir un estímulo sensorial nuestro cuerpo, se produce una señal electroquímica que llega al cerebro donde es procesada por un complejo entramado de redes neuronales que codifican, traducen, interpretan y reinterpretan la realidad percibida.

Los procesos de sensación y percepción son distintos y complementarios:

La forma en que percibimos una sensación se relaciona con el funcionamiento de nuestros órganos sensoriales y del sistema nervioso. Es un proceso neurofisiológico que en condiciones normales, resulta en que seamos capaces de oír, sentir, ver, oler y saborear.

La percepción se relaciona con lo que significa cada sensación para cada persona o la interpretación que damos a cada sensación o a un conjunto de sensaciones de referencia. Es un fenómeno complejo a través del cual interpretamos los estímulos que recibimos a partir de nuestras experiencias previas, condicionamientos culturales, creencias y expectativas.

Desde los antiguos pensadores hasta los científicos más recientes se han preguntado cómo y porqué actuamos de cierta manera, y han dedicado mucho tiempo y energía en comprender cómo es que usamos la información que recibimos del entorno para estructurar nuestras decisiones personales y colectivas, y cómo podemos incidir en las decisiones de otros a través de estímulos sensoriales.

Aunque cada estímulo puede estar dideñado para comunicar un aspecto particular de la organización, representa a la organización en su conjunto y se va hospedando en la memoria de quienes interactúan con ella, comprobando o no, la veracidad de su propuesta de valor.

¿Cómo sabemos lo que significa una organización?

Hasta ahora, las únicas formas que conocemos en que los humanos podemos recibir estímulos sensoriales es a través de las ondas o de sustancias químicas.  

  • Las ondas pueden ser electromagnéticas como la luz y el color, de presión como el sonido y el tacto o las térmicas como el frío y el calor.
  • Las sustancias químicas son las que contienen los olores o los gustos.

Aunque es común creer que el lenguaje verbal o por medio de la palabra es la principal fuente de comunicación, y transmisión de conocimientos e ideas entre una cabeza y otra, la mayoría de los investigadores sostienen que las palabras aportan menos del 10 % de la información que recibimos en un discurso, el tono de voz pesa alrededor del 35 %, y las posturas, movimientos y expresiones gestuales más del 50 %.

Creer que lo que escuchamos, vemos, tocamos, olemos o gustamos es la realidad absoluta, es una idea muy poco precisa y poco útil para generar expresiones sensoriales estratégicas desde nuestras organizaciones.

Parece que nuestro cerebro está constituido por cien mil millones de neuronas, cuya principal misión es la de rechazar el 99 de cada cien los estímulos que recibimos, pero sólo el 1 % de toda la información que llega a nosotros en forma de estímulos es aceptada y almacenada por nuestro cerebro. Por ejemplo, no podemos ver los rayos infrarojos o ultravioleta, ni escuchar sonidos con una intensidad menor o mayor de la que el oído humano puede percibir. Esto no significa que no existan o que no nos afectan, solo que no los percibimos.

Cuando los estímulos llegan al cerebro se mezclan entre si y se vinculan con información previamente almacenada a partir de la cuál hemos creado ciertas hipótesis que generan emociones y sentimientos, que por cierto no son sinónimos.

La retroalimentación sensorial se organiza de tres diferentes formas:

  • A veces un solo estímulo provoca la intervención simultánea de varios sentidos. Podemos sentir, escuchar, ver y oler la lluvia al mismo tiempo.
  • Cuando un sentido recibe un estímulo, puede solicitar cooperación a otros sentidos para confirmar la hipótesis generando un efecto desencadenante para vigilar el entorno.
  • El estímulo que se recibe a través de un sentido inhibe la activación de otros sentidos. Un dolor extremo puede bloquear nuestra vista u oído.

A esto le sumamos que cada persona utiliza más una parte de su sistema neurológico que otra para orientar su atención, lo que se influye tanto por su genética y características físicas, como por su exposición a ciertos estímulos, sus creencias culturales.

Además la capacidad que tiene cada cerebro para recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones a la que llamamos neuroplasticidad o plasticidad cerebral, que está afectada por asuntos físico, psicológicos o emocionales, nos permite o no, aprender nuevas cosas y adaptarnos a nuevas realidades.

Las investigaciones sobre neuroplasticidad aplicados al mundo de las organizaciones han generado nuevos términos como el neuroliderazgo que aporta fórmulas para gestionar equipos y clientes en diferentes situaciones, entre las que destacan:

  • Fomentar la adaptación al cambio y la capacidad de aprendizaje promoviendo estrategias de inteligencia emocional que fortalece la confianza y la capacidad de tomar decisiones.
  • Mejorar las respuestas de los interlocutores frente a la propuesta de valor de la organización.
  • Optimizar el aprendizaje y la recordación de los atributos organizacionales a través de experiencias multisensoriales.

¿Cómo se desarrolla la sensopercepción?

Desde que nacemos llegamos equipados con receptores sensitivos que nos permiten percibir o sentir los estímulos que llegan a nosotros y durante nuestros primeros años de la vida vamos aprendiendo cómo funciona el mundo a la vez que nuestro cerebro construye un sistema de cableado en red para articular los circuitos cerebrales que nos permitirán codificar, procesar y comprender la información que recibimos de entorno y del interior de nuestro propio cuerpo a través de los sentidos.

Cada vez que recibimos una nueva sensación conformamos una hipótesis sobre el entorno, sobre nosotros mismos y sobre nuestra relación con el entorno. Si la hipótesis se comprueba en otras circunstancias similares se convierte en una creencia, sino se comprueba la invalidamos para formar una nueva hipótesis que comprobaremos o no, al compararla con otros estímulos.

La cantidad y calidad de estimulos que recibimos en las primeras etapas de vida es muy importante para nuestro desarrollo. Nos permite comprender el entorno y nuestro propio cuerpo, aumenta nuestra curiosidad, atención, concentración y deseo de aprendizaje; promueve el pensamiento lógico y estimula la comunicación interna y externa.

Conforme crecemos, necesitamos más estimulación para hacernos conscientes de las sensaciones y crear nuevas hipótesis.

Cada sensación tiene un lugar en el concierto de nuestra memoria y como en una orquesta, las sensaciones que estimula cada organización han de estar afinadas y concertadas para que ninguna desentone.

En el pasado se creía que a cierta edad, dejabamos de producir neuronas y por tanto nuestra capacidad de aprender desaparecía. Hoy sabemos que nuestro cerebro es capaz de seguir generando neuronas y conexiones hasta pasados los ochenta años, aunque ciertamente al envejecer los sentidos se vuelven menos agudos y esto puede hacer que le sea más difícil notar los detalles.

¿Por qué personalizar nuestros mensajes sensoriales?

Cada persona tiene diferentes necesidades de estimulación y estas cambian a lo largo de la vida, por lo que identificar los canales de percepción de los diferentes interlocutores es muy importante para influir en la forma en que perciben e interpretan los mensajes que enviamos y lograr que se hospeden en su memoria.

La percepción sensorial no es igual para todas las personas y cada quién usa más una parte de su sistema neurológico que otra, así que vale la pena diseñar estrategias que nos permitan orientar las expresiones sensoriales de las organizaciones desde distintos ángulos para comunicarnos sensorialmente con personas que perciben el mundo de distintas maneras.

Identificar el canal principal de comunicación de cada persona con quien queremos comunicarnos facilita que los mensajes sea recibidos de forma más comprensible, lo que hace necesario comprender nuestras similitudes y diferencias.

¿Para qué aprender sobre las sensaciones y las percepciones?

Como nos comunicamos con un público multiperceptual, o sea que percibe la realidad de maneras diferentes, para comunicar lo que nuestra organización es y ofrece, lo que la distingue y la hace valiosa, hay que ser multisensorial, algo así como políglota de los sentidos.

Para comenzar aquí van algunas referencias de los cinco sentidos más comúnmente conocidos y estudiados. Aunque la velocidad con la que está incrementándose el conocimiento de la forma en que funcionamos con las investigaciones de las neurociencias, lo que hace necesario tener reservas sobre los datos, la información nos da un panorama general que espero les sea útil para diseñar expresiones sensoriales desde las organizaciones en que colaboran.

Sonidos entretejidos

El oído es el órgano encargado de la audición y en los mamíferos también se encarga del equilibrio. En los humanos puede ser totalmente funcional desde las 25 semanas de gestación.

Las ondas sonoras se recogen en la oreja, entran por el estrecho conducto auditivo que las lleva hasta el tímpano que vibra y transmite esas vibraciones a los huesecillos del oido medio donde se amplifican y de ahí viajan al oído interno.

En el oído interno vive la cóclea que tiene forma de caracol, está llena de líquido y tiene una membrana con células que parecen bailar al ritmo de las olas que producen las ondas sonoras y dan instrucciones para que se produzcan sustancias químicas que entran en las células y generan una señal eléctrica que se transporta por el nervio auditivo hacia el cerebro donde los sonidos se transforman en información y se descodifican. 

Una persona con audición normal puede escuchar un susurro, pisadas suaves o la respiración de alguien que equivale a unos 10 decibeles, que es la medida de intensidad del sonido. Sin embargo el umbral o límite de la sensibilidad auditiva de cada persona es diferente.

La mayoría percibir sonidos de hasta 2 decibeles y parece que cualquier sonido de más de 70 decibeles puede dañar la salud de la mayoría de las personas.

Los sonidos tienen un estrecho vínculo con nuestra percepción de la calidad del ambiente y nuestra capacidad de ubicarnos para actuar.  Un oído sano es sensible a frecuencias que van de los 20 a los 20 khz.

  • El infrasonido es aquel que tiene una frecuencia demasiado baja para ser percibido por un oído humano, aunque en algunos animales como los elefantes que tienen orejas gigantescas, su posibilidad de escuchar es más amplia.
  • El ultrasonido es aquel con una frecuencia demasiado alta para la capacidad de audición humana.

De acuerdo con su altura o frecuencia de vibración, los sonidos se clasifican en: graves, medios y agudos. Los graves tienen una frecuencia más baja y los agudos más alta.

A través de la combinación de sonidos, los humanos producimos música desde hace muchísimos años, ¿sabes que se tienen referencias de sociedades sin escritura, pero ninguna sin música?

La música se considera un lenguaje universal que expresa emociones, pensamientos y sentimientos, además de despertar nuestras neuronas espejo y por tanto nuestra empatía, así que no es extraño escuchar sobre la evolución del marketing musical.

El marketin musical propone ayudar a las organizaciones a descubrir su esencia en una melodía, para lo cual se analiza el tono, la intensidad, el timbre, la cadencia, el volumen y las combinaciones con las que se pueden producir estímulos que se vinculen con la personalidad y la propuesta de valor de cada organización para reforzar su mensaje central, dejar marca en la memoria conciente e inconciente.

Para que te des una idea de la influencia de la música, la neurociencia ha descubierto que activa las mismas zonas del cerebro que las del placer de comer o el placer sexual. Tiene esa capacidad de cambiar nuestro estado de ánimo: nos anima, nos relaja, nos entristece o nos alegra.

¿A qué suena tu organización?

Visiones integradas

La visión es el proceso mediante el cual la luz es admitida por el ojo, que es el órgano responsable de recibir los estímulos visuales, y descifrada por el cerebro donde se interpreta.

A través de la vista diferenciamos distancias, colores, tamaños, formas, identificamos personas y percibimos la luz y las sombras del ambiente que nos rodea. Cuando se nos estimula la visión desde temprana edad aumenta nuestra capacidad de concentración y atención, aunque hay múltiples ejercicios para seguir ampliandola.

En condiciones normales la percepción visual se inicia al nacer y se desarrolla y perfecciona alrededor de los 6 años de edad, cuando idealmente se inicia el aprendizaje de la lectura y la escritura.

La visión puede ser un dispositivo muy importante para la adquisición de datos. Cuanto tenemos anomalías en las gnosias visuales, es decir, en la capacidad de reconocer estímulos luminosos y darles sentido, solemos tener faltas de ortografía, falta de rapidez en la lectura.

Para ver, la luz pasa a través de la córnea, que es la superficie transparene del ojo; entra por la pupila que está rodeada por el músculo coloreada llamado iris, que se encoge o agranda para regular la cantidad de luz que entra hacia la retina a través de un cristalino transparente que enfoca la luz. La retina opera como una pantalla y convierte la energía lumínica en impulsos nerviosos que son conducidos al cerebro donde se interpretan.

A partir de longitudes de onda de aproximadamente 0.76 milésimas de milímetro, los receptores de nuestros ojos comienzan a detectar la radiación y a partir de longitudes de onda de 0.38 milésimas de milímetro, dejan de detectarla. A ese rango le llamamos la luz visible.

Una persona con buena visión cercana puede ver claramente figuras de unos 8 milímetros a una distancia de entre 25 y 30 cm., que suele ser la distancia en la que leemos. La visión lejana normal nos permite ver con claridad un objeto de unos 17 cm desde unos 6 metros de distancia y  puede abarcar casi 180 grados del ángulo de visión.

¿Sabías que el color no es una propiedad de la luz ni de los objetos reflejantes, sino que es una sensación cerebral?

En la retina hay dos tipos de detectores: los bastones y los conos.

Tenemos aproximadamente 100 millones de bastones que son las células que detectan los fotones. Con ellos percibimos las imágenes en luz y sombras porque no pueden diferenciar las longitudes de onda. La mayoría de los animales solo tienen este tipo de células en la retina, por lo que asumimos que solo pueden ver en blanco y negro.

Los conos son células más especializadas que detectan el número de fotones que entran al ojo y solo tenemos unos 7 millones que pueden ser de distintos tamaños: largos, medianos o cortos . Aparecen en los humanos y los primates.

Los científicos especializados dicen que los conos son ciegos de color, es decir, no pueden distinguir las diferentes longitudes de onda, pero cuando la información que atrapan llega al cerebro, podemos deducir la longitud de onda que les excitó.

  • Una radiación que emite 560 nanometros (nm) es identificada por los conos más largos, le llamamos rojo y es común que al percibirla aumente el ritmo cardiaco y estimular la producción de adrenalina.
  • Si la radiación es de 530 nm el cerebro lo describe como verde
  • Si es de 420 nm se identifica por los conos cortos, se interpreta como azul y en el cuerpo genera tranquilidad y relajación.

Aunque hay algunos factores culturales que afectan los significados de los colores y también existen coincidencias en la mayoría de los cuerpos de todas las persona en cualquier continente, raza y condición. Con razón es fascinante estudiar la sensopercepción.

¿De qué color vibra tu organización?

El concepto de percepción de la forma se define a partir de distintas teorías que parte del supuesto de que las estructuras que percibimos a partir de la vista no son producto de elementos aislados, sino de conjuntos percibidos y ordenados que tienen diferentes efectos en el cerebro.

  • La ley de la proximidad sugiere que las formas que se perciben como acabadas no tienen por qué tener un contorno continuo, pues los elementos cercanos entre sí se agrupan para formar una única figura en nuestra mente.
  • La ley de la simetría es un principio que propone que agrupamos las imágenes en parejas alrededor de un eje vertical.
  • La ley de la semejanza explica que cuando un grupo de formas so parecidas se perciben agrupados.
  • La ley del cierre prodice el efecto de una forma visible a partir de un patrón y no es necesario que la figura este acabada para agrupar los objetos o líneas que se encuentran dentro de ella para suponer o simular que la figura esta acabada.
  • La ley de la continuidad nos invita a percibir que las letras rectas o curvas uniformes continúan más allá de su existecia.

Las ilusiones ópticas son una distorsión de la percepción visual en la que la realidad aparece diferente a como realmente es y suelen ser causadas por la complejidad del proceso que sucede entre el estímulo que llega al ojo, las vías nerviosas de transmisión y de procesamiento de las imágenes en el cerebro.

Y hablando de estímulos visuales, uno de los primeros asuntos sensoriales en los que suele pensarse para proyectar la identidad de una organización es en un logotipo que también puede ser un isotipo, un imagotipo o un isologo.

  • Un logotipo solo incluye letras con una tipografía y un color específico.
  • Un isotipo es un símbolo que puede ser entendido por sí mismo sin necesidad de estar acompañado por una palabra.
  • Un imagotipo es un conjunto icónico-textual en el que texto y símbolo se encuentran claramente diferenciados e incluso pueden funcionar por separado.
  • En un isologo el texto y el icono se encuentran fundidos en un solo elemento. Son partes indivisibles de un todo y sólo funcionan juntos.

Si un logotipo no es congruente y consistente con la propuesta de valor de una organización y el resto de los estímulos sensoriales, en lugar de ayudar a posicionar la empresa, puede causar un corto circuito en el cerebro de quien lo interpreta y empeorar la imagen percibida. ¡Cuidado con pensar que esa imagen es sinónimo de identidad, sensación, percepción o imagen corporativa!

Huellas táctiles

El órgano sensorial más extenso del organismo humano es la piel a través de la cual recibimos estímulos táctiles. Nuestra piel tiene muchas clases de receptores para captar texturas, presión, temperatura, volumen, solidez, vibración, dolor o placer que en conjunto producen la sensación de contacto con el entorno o con un objeto en particular.

El tacto es un sentido que esta permanentemente activo y es muy poderoso. Nos da señales de dolor o incomodidad en caso de identificar peligro o de comodidad y placer para informarnos que todo está bien, que sigamos por ese camino o que podemos acercarnos a un objeto, lugar o persona.

Tenemos unos cinco millones de receptores táctiles que envían señales eléctricas a lo largo de los nervios constituidos por fibras que se conectan a las neuronas de la médula espinal y de ahí van a la corteza somatosensorial del cerebro donde las señales se traducen en percepciones que se reparten prácticamente por todos los rincones del cerebro.

La sensibilidad de la piel o cutánea se vincula por una parte con la deformación o distorsión de la piel que resulta al tocar o ser tocada por un objeto, por la otra al ser expuesta a condiciones del entorno como la temperatura, la humedad o la presión.

La información somatosensorial, que se encarga de recoger información del cuerpo, se aloja en una especie de mapa topogáfico que se enrosca alrededor del cerebro. Las áreas más sensibles del cuerpo son los labios y las yemas de los dedos que estimulan regiones más amplias de esa corteza. Parece que ninguna zona específica del cerebro es responsable de la percepción táctil, que está vinculada tanto a componentes emocionales como sensoriales para crear un mosaico de actividad a través del que percibimos el dolor y el placer.

Las percepciones sensoriales se llevan a cabo por una triple función: una que activa las neuronas implicadas directamente con el estímulo, otra que desactiva o inhibe a las neuronas vecinas y la tercera que envía de regreso la información a ciertas partes del cuerpo.

Si nuestra piel detecta un frío intenso en el entorno, la señal se procesa de manera inconsciente y la piel comience a tiritar para subir la temperatura, si hace mucho calor, le avisa a las glándulas sudoríparas que generen sudor para refrescaros; quitar la mano del fuego es también un movimiento involuntario que se detona gracias a la sensibilidad de la piel.

La percepción táctil aparece a partir del nacimiento. Cuando somos capaces de sostener objetos entre nuestras manos empezamos a guardar experiencias y distinguir cualidades táctiles como texturas, volumen, peso, temperaturas o grados de humedad.

El tacto nos ayuda a funcionar si otro sentido no está funcionando. Diversas investigaciones han demostrado que en las personas que no pueden oler, ver u oir, el cerebro se desarrolla diferente para procesar las sensaciones táctiles de manera más precisa. El recuerdo de lo que tocamos es tan potente, que muchas veces podemos percibir la rugosidad, suavidad de lisura de los objetos aún cuando no los podemos tocar con solo imaginar cómo se siente su textura.

La sensibilidad táctil es distinta en cada persona. Por ejemplo, aunque en la mayoría de los humanos la temperatura normal es de entre 35 y 37 grados, medida en un termómetro oral o en boca y puede variar durante el día, además de las condiciones de salud y el estado de ánimo de las personas, hay personas mucho más calurosas y otras más frioleras dependiendo de la capacidad de termoregulación de cada una.

Las personas hiperresponsivas o extremadamente sensibles, tienden a presentar una alta defensividad táctil y a reaccionar de manera exagerada ante estímulos que otras personas ni siquiera notarían o no les molestaría. Les puede dar asco tener en la boca ciertas texturas pegajosas, evitan ponerse demasiado cerca de otras personas y suelen sentirse amenazadas frente al contacto inesperado de otra persona.

Las personas hiporresponsivas tienen un umbral muy alto o una sensibilidad muy baja y pueden mostrar indiferencia o no ser capaces de responder automáticamentea estímulos sensoriales. La ausencia de respuesta al dolor o a temperaturas extremas puede poner en riesgo la seguridad de estas personas. También pueden tener una respuesta muy activa en la búsqueda de sensaciones y mostrar una necesidad constante de tocar objetos, texturas o personas y no respetar el espacio físico del otro, lo que resulta  poco saludable en el ámbito social.

Expresiones sensoriales

Las imágenes comunican y son capaces de despertar deseos y necesidades, transmitir ideas, sensaciones y situaciones sociales. Pueden ayudarnos a incentivar una decisión de compra y también a cambiar actitudes. Proyectar imágenes armoniosas en las que se manifiesten conductas amables hacia las personas y el entorno, influenciará un comportamiento más amable; las imágenes devastadoras pueden provocar desánimo e incluso normalizar el comportamiento que queremos evitar, por lo que es muy importante aprender a utilizarlas.

El famoso merchandising o mercancía en acción, que nos invita a producir artículos que fortalezcan el posicionamiento de nuestras organizaciones está en boga, porque tener un producto en las manos nos ayuda a recordar.

Identificar los significados de las sensaciones táctiles con las que se relaciona una organización y los productos que ofrece, nos permite aprovechar todo lo que podemos tocar en ella, generando congruencia y confianza en los mensajes que enviamos a nuestros interlocutores.

¿Qué recuerdos táctiles te gustaría que generara tu organización: Blando duro, áspero, rugoso o liso; pesado o liviano; caliente, tibia o fría: flexible o rígido?

Aromas compuestos

El órgano que recibe los aromas y estímulos olfativos es la nariz, donde las moléculas aromáticas estimulan las células receptoras de los aromas, llegan al bulbo olfatorio y de ahí vande forma prácticamente directa al sistema límbico.

Por medio del olfato podemos distinguir olores nocivos y olores saludables que influyen sobre el sistema nervioso autónomo y sobre el sistema endocrino y desencadenan respuestas hormonales que afectan nuestro estado de ánimo de forma casi automática.

Hasta hace poco, se creía que el ser humano sería capaz de distinguir unos 10 mil aromas, hasta que en el laboratorio de Neurogenética de la Universidad Rockefeller de Nueva York, un equipo de científicos liderado por Andreas Keller, encontró más de un billón de olores perceptibles. 

Algunas personas pueden sentir el más mínimo olor, mientras que otras necesitan un olor muy intenso para darse cuenta de su presencia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, para el 2019 alrededor del 5% de la población mundial era anósmica; es decir, que podían oler, entre el 15 %  y el 20 % de las personas tenían afectaciones olfatorias, mientras otras personas pueden rastrear un chocolate en el campo y distinguir hasta 10 mil aromas si han entrenado su nariz.

Existen algunas coincidencias en cuanto a la estimulación que generan algunos aromas que propician la de ciertas hormoanas que afectan nuestros estados de ánimo y son utilizados tanto en aromaterapia como en marketing olfativo.

El arte de manejar los aromas para curar, motivar, estimular sentimientos y percepciones ha estado presente en el mundo desde hace siglos, pues el aroma deja una huella fácilmente recordable.

El marketing olfativo cobra cada vez más fuerza para apoyar la diferenciación y competitividad de las organizaciones.

¿A qué huele tu organización? ¿A qué hueles tú cuando piensas en ella? ¿Sientes comodidad, estrés, angustia, euforia o tranquilidad? ¿Te gusta su olor? ¿Te parece congruente con lo que la organización es y aspira ser?

Degustación gozosa

El órgano que recibe los estímulos relacionados con el sabor o el sentido del gusto es la lengua, que por cierto, también percibe sensaciones táctiles.

Para sentir los sabores el cerebro utiliza información del olfato y el gusto, aunque el sabor también con el tacto. ¿Te sabe distinto una manzana picada, mordida o molida?

Las miles de papilas gustativas que cubren la superficie de la lengua contienen unos pequeñísimos cilios con distintos tipos de receptores del gusto y sirven para detectar diferentes sabores. Los alimentos que introducimos en la boca estimulan los cilios desencadenando impulsos nerviosos a través de los nervios faciales y glosofaríngeos. En paralelo se recibe información sensorial sobre el olor, la textura y la temperatura de la comida.

Hace algunas décadas, en occidente se reconocíamos cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. Aún no era común reconocer el sabor umami, que es el sabor del glutamato monosódico fue identificado por el científico japonés Kikuane Ikeda desde 1907 y hoy suele describirse como algo carnoso o parecido a la salsa de soya.

No se ustedes, pero yo tengo la sensación de que en ese caso, picoso es también un sabor diferente a los planteados y no dudaría que se un día de estos aparezca en el diccionario de los sabores.

A mi el sabor picante me gusta, me significa y me abre el apetito, de hecho me parece que apela a mi sentimiento de mexicanidad y eso que más bien me considero ciudadana del mundo y suelo alegar sobre lo incoherente e inoportuno que me parece seguir guiándonos o limitándonos en función de fronteras geopolíticas y nacionalismos cuando ya comprendimos que el mundo es de todos y lo que pasa de un lado del río afecta al río en su conjunto. Pero ese no es el tema de hoy.

¿A ti, qué sensación te provoca cuando te ofrezco una salsa picosita? ¿Qué sabor prefieres? ¿Lo prefieres siempre o dependen de la circunstancia y de tu estado de ánimo?

Al combinar los sabores y aderezarlos con la enorme diversidad de aromas que existen, los sabores adquieren una significación específica y si agregamos texturas y temperaturas, colores y formas, una música que ambiente nuestra mesa y una buena compañía, tenemos una combinación ganadora y recordable. 

¿A qué sabe tu organización?

Combinar distintas expresiones sensoriales para manifestar lo que somos no es un proceso lineal de estímulo y respuesta, sino una serie de procesos en constante interacción, que van construyendo, consolidando y validando la interpretación de nuestras organizaciones.

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