turismo sostenible

De acuerdo con el artículo 24 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, “toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.”. Esta cuestión fue incorporada en la Declaración de Montreal de 1996 y en el Adendum de Aubagne de 2006 promovidos por  la Organización Internacional deTurismo Social, que expresa que todos los seres humanos tenemos derecho de disfrutar nuestro tiempo libre y gozar de vacaciones en nuestro trabajo.  

Para comenzar me gustaría explorar dos conceptos vinculados a lo que llamamos derecho a viajar: accesibilidad y asequibilidad.

Ser accesible se relaciona con un lugar al que se pueda llegar fácilmente, una actividad que se pueda realizar sin dificultades, una cosa que se pueda utilizar sin complicaciones, una persona a que se pueda acercar, un camino que se pueda recorrer. Ser asequible tiene que ver con que se pueda conseguir o adquirir, que tiene un precio moderado y que es fácil tenerlo.

Sugerir que el derecho a viajar tiene que ve con que todos los productos y servicios turísticos sean accesibles y asequibles para todos seres humanos o al menos para el mayor número de personas posibles me parece una propuesta sobredimensionada además de ser inadecuada, pues las barreras para algunos son motivadores para otros. Al tiempo que somos todos iguales, somos todos diferentes y lo que es cómodo, apropiado o estético para algunas personas no necesariamente lo es para otras.

Leí por ahí que el mercado de turismo para personas con “algún tipo de discapacidad” es creciente, que se trata de un segmento de mercado en franco crecimiento, que según la Organización Mundial de la Salud cerca de mil millones de personas a nivel global que representan el 15% de la población del planeta sufren de alguna discapacidad.

Algunos estudiosos del mercado sugieren que el valor de este segmento es doblemente interesante pues generalmente las personas con algún tipo dediscapacidad no viajan solas y debido a que tienen necesidades especiales están dispuestos a pagar un poco más por realizar actividades turísticas.

Me parece que no podemos considerar a las personas con “algún tipo de discapacidad” como un segmento de mercado, sino como muchos y muy específicos segmentos particulares. Solo así podríamos  asomarnos a las necesidades específicas para adecuar los espacios y actividades para habilitar a las personas que tienen alguna discapacidad motriz, sensorial, intelectual, psíquica, viceral, emocional, económica o múltiple.

Por eso, un adecuado proceso de desarrollo de ofertas especializadas puede diferenciar a las empresas, destinos e incluso al país ante su competencia, y atraer a un mercado rentable y repetitivo.

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