Si una coyuntura es la combinación de factores y circunstancias que caracterizan una situación en un momento determinado, hemos de aceptar que desde antes de los años ochenta, el interés por redescubrir y fortalecer la identidad cultural de las comunidades locales, cuyos rasgos distintivos se perciben en peligro a partir de la intensificación de los efectos de la globalización, hoy la importancia de las identitades grupales ha comenzado a permear en todas las corrientes de análisis relacionadas con la cultura, lo que ha hecho necesario buscar nuevos criterios para resignificar el concepto de patrimonio y consecuentemente, la definición misma de cultura, o viceversa.
¿Qué relación tienen la cultura y el patrimonio familiar, local, nacional o internacional?
Contenido
¿Cómo se define cultura?
En 1982, durante la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales MONDIACULT, organizada por la UNESCO, se aprobó una nueva definición de cultura que se define como “el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.”
¿Qué opinas sobre esta definición de cultura de 1992? ¿Crees que es vigente y adecuada al momento actual? ¿Cómo definirías cultura en tus propias palabras?
¿Cómo se clasifican las manifestaciones culturales?
Además de tratar de plasmar conceptos definitivos sobre la cultura, parece existir una obsesión cada vez más exacervada por clasificar las manifestaciones culturales, así que no podemos dejar de plantear algunas de estas clasificaciones como ejemplos y como motivos de reflexión.
Formalmente la UNESCO y con ella la mayoría de las instituciones internacionales y nacionales, reconocen la existencia de patrimonio tangible y patrimonio intangible.
El patrimonio tangible o material, se define como la expresión de las culturas a través de grandes realizaciones materiales, que se clasifica en mueble e inmueble.
El patrimonio intangible o inmaterial se comprende como aquella parte invisible que reside en el espíritu mismo de las culturas.
Lo tangible es una manifestación de lo intangible
Desde que aparecieron estas acepciones, algunos autores se preguntan las ferias y fiestas patronales, los ritos y los rituales pueden considerarse como intangibles, es decir inodoros, incoloros, insípidos e invisibles, pues el colorido, el aroma, el sonido, los sabores y las sensaciones que los acompañan parecen tan tangibles como los muebles e inmuebles que les rodean; o si el valor patrimonial de un edificio religioso se debe a la tangibilidad del material con el que ha sido construido o al significado de su existencia o a su particular vínculo con la divinidad.
A veces pareciera que el patrimonio tangible es simplemente una manifestación más de lo intengible (Zorrilla, 2007).
Hoy, existen múltiples planteamientos y reflexiones para superar esta dicotomía. Exploraremos diferentes fórmulas en las que distintos autores han clasificado el patrimonio buscando agrupar las diferentes manifestaciones para comprender sus características y facilitar su gestión.
¿Cómo se clasifica el patrimonio tangible?
Isabel Montero y Juan Ramón Oreja, proponen tres categorías de patrimonio tangible vinculados con la articulación de ofertas de turismo cultural:
1. Recursos culturales de carácter religioso: Catedrales, iglesias, conventos, sinagogas, templos, ermitas, monasterios y capillas.
2. Recursos culturales de carácter monumental: Castillos, palacios, casas singulares, edificios emblemáticos, acueductos, plazas mayores, puentes, conjuntos histórico-artísticos, construcciones militares, recintos amurallados.
3. Otros recursos materiales ligados con la historia: Arquitectura doméstica, calles con historia, molinos, termas romanas, baños árabes, rutas artísticas, pintura rupestre, instrumentos musicales.
El problema con esta clasificación es que existen muchos monumentos multiusos, multimotivo, multisignificado, que son a su vez de carácter religioso, estén amurallados y ligados con la historia en un momento dado, lo que se presta a muchas confusiones.
¿Cultura clásica o popular?
Por su parte, Nobu Ito plantea dos categorías para los bienes culturales intangibles vinculados con la denominada cultura clásica-contemporánea y la popular:
- Las artes contemporáneas como la música, la danza, el drama, etc.
- Los bienes culturales populares, el patrimonio etnográfico y etnológico, las técnicas artesanales, las costumbres y maneras de preparar los alimentos, ocupaciones, fiestas, etc.
Clasificación de recursos culturales tangibles según Vásquez
Elaboración propia con base en Vásquez
El problema con esta clasificación es que existen muchos monumentos multiusos, multimotivos, multisignificados que son a su vez de carácter religioso, estén amurallados y ligados con la historia en un momento dado, lo que se presta a muchas confusiones.
Clasificación de recursos culturales intangibles según Ito
Esta clasificación también se complica, pues pues si una danza es popular y es motivo de una fiesta costumbrista, puede caber en ambos lados; o si la preparación de alimentos tradicionales incorpora tecnologías contemporáneas, ya se confundió el asunto.
¿Cultura permanente o temporal?
Otro intento clasificador es el que proponen Fernando Vera y Manuel Dávila, que enfocan su planteamiento a la posibilidad temporal del aprovechamiento de las manifestaciones culturales, separando lo ocasional de lo permanente:
- La oferta permanente está relacionada con los equipamientos culturales como museos y monumentos.
- La oferta temporal está relacionada con eventos, espectáculos, exposiciones y encuentros
Clasificación de recursos intangibles según Vera y Dávila
Aquí surge la duda de cuánto tiempo tiene que ser algo permanente para dejar de ser temporal y viceversa.
La torre Eiffel, por ejemplo, fue colocada con la idea de que solamente estaría expuesta para la Exposición Universal de 1889, que conmemoraba el centenario de la Revolución Francesa y se quedó para convertirse en el íconos más representativos de París.
¿Cómo clasificarías tú las diferentes manifestaciones culturales?
¿Por qué crees que es importante clasificar las cosas, particularmente el patrimonio cultural y comunitario?
¿Qué es y qué no es la gestión cultural comunitaria?
Si la clasificación del patrimonio cultural ha sido sujeto a dudas y no termina de precisarse, el concepto de gestión cultural comunitaria se encuentra también en un proceso de definición y estructuración, por lo que resulta un asunto complejo y a veces confuso.
A pesar de que la cultura y sus distintas manifestaciones siempre han requerido alguna forma de organización y coordinación, la idea de la gestión cultural apenas comenzó a consolidarse como disciplina a mediados del siglo XX como resultado de la institucionalización de la cultura y de la mano de los procesos de construcción de las naciones, la alfabetización, la movilización social y la cimentación comunitaria que se asocia a factores relacionados con el progreso.
Tanto entre documentos teóricos y académicos como en la vida práctica, comenzaron a utilizarse una serie de términos que a veces parecieran sinónimos y a veces antónimos de la gestión cultural, como: promoción cultural, animación sociocultural, mediación cultural, administración cultural, gestión de la cultura, arts management, gerencia cultural e industrias culturales.
La importancia de lo local
Para los años ochenta, el reconocimiento de la importancia de lo local, lo regional, lo endógeno y lo sostenible como elementos fundamentales del desarrollo, generaton un cambio de orientación y de escala en el ámbito de la gestión cultural (Román García L. , 2011).
¿Democratización de la cultura o democracia cultural?
En la búsqueda de fórmulas y definiciones, surgieron diferentes mecanismos para profesionalizar esta disciplina como coloquios, encuentros, cursos, diplomados, licenciaturas y hasta maestrías para la formación de profesionales para la gestión o promoción cultural.
Entre ellos, se observan dos tendencias principales que en ocasiones se han considerado como opuestas y contrarias, pues se aproximan de forma diferente a la gestión cultural:
Una que suele ser llamada democratización de la cultura, que se orienta sobre todo hacia la promoción de las manifestaciones culturales para hacerlas accesibles a todos; otra deonominada democracia cultural, que se orienta hacia el desarrollo de la cultura desde la perspectiva de la participación comunitaria.
¿Qué es democratización de la cultura?
La democratización de la cultura es una corriente que considera a los ciudadanos como consumidores de la cultura, por lo que propone establecer mecanismos para lograr que todos los grupos sociales tengan acceso equitativo a “una gama rica y diversificada de expresiones culturales procedentes de todas las partes del mundo… para valorizar la diversidad cultural y propiciar el entendimiento mutuo” Art. 2.7 (UNESCO, 2005).
Desde esta perspectiva, el desarrollo de audiencias se convierte en una prioridad para el sector cultural.
Autores como Antonio Ariño afirman que las políticas de democratización parten del supuesto de que la cultura es un bien universal, que tiene expresiones paradigmáticas relacionadas con la llamada alta cultura, que suponen que las bellas artes deben ser accesibles para toda la población. (Ariño, 2010).
Con este enfoque, Mario Viché sostiene que la gestión cultural tiene que encargarse de promover la creación cultural y conectar a los creadores con los medios y canales de producción y difusión así como con el ciudadano, que será el receptor del resultado del proceso creativo. (Viche González, 1989).
¿Cuáles son las principales críticas sobre la democratización de la cultura?
Las críticas más importantes hacia la democratización de la cultura, se centran en torno a que se privilegian ciertas expresiones culturales que son la que hay que llevar a todos, y como siempre, se excluyen otras expresiones culturales que no son valoradas por los promotores culturales.
¿Qué opinas sobre la democratización de la cultura?
¿Piensas que todas las expresiones culturales, de todo tipo y de toda tendencia deberían tener la misma oportunidad de llegar a todos?
- Si piensas que sí, ¿cómo lo lograrías?
- Si piensas que no, ¿cómo lo impedirías?
¿Qué es cultura democrática?
La cultura democrática es una corriente más antropológica, autores como Margarita Mass, señalan que el objetivo de la gestión cultural debe ser formar comunidades más autodeterminadas y menos dependientes (Mass Moreno, 2006).
Esto implica que los gestores culturales deben incrementar su capacidad para ver, para escuchar, para reflexionar y para actuar, para lo cuál tendrán que enriquecer sus capitales lingüístico, emociona, cultural y social; investigar, experimentar y estudiar. De esta manera, podrán planear, realizar y evaluar con el fin único de aportar y caminar junto con la comunidad en la que trabajan, para alcanzar su desarrollo humano, social y cultural (Román García L. E., 2011).
Democracia cultural
Fuente: Elaboración propia con base en Román García, 2011
Los extremos se juntan
El todo es más que la suma de sus partes.
Aristóteles
A primera vista, parece evidente que de un lado, se privilegia el acceso y acercamiento de la sociedad a determinados tipos de cultura, considerando a las personas como públicos o consumidores de las manifestaciones culturales; del otro, se enfatiza en facilitar o fomentar la configuración y expresión cultural de las comunidades como creadores o productores de manifestaciones culturales específicas y singulares.
Desde tu punto de vista, ¿qué resultados genera la democratización de la cultura y que resultados genera la democracia cultural en términos de equidad, creatividad y desarrollo cultural?
En busca del equilibrio entre democratización de la cultura y cultura democrática
De las dos tendencias anteriores, surge una tercera coriente, que considera necesario encontrar un equilibrio y conciliar estas dos posturas, pues ambas parecen ser simplemente diferentes puntos de vista de una misma situación.
Como suele suceder, los que no quieren o no pueden moverse de su posición para observar desde otro punto de vista están convencidos de que no hay conciliación posible.
¿Te parece que las dos posturas caben en el mismo mundo?, ¿por qué?
Conceptos industriales de gestión de la cultura
Han surgido múltiples conceptos relacionados con lo que suele llamarse gestión de la cultura, que se relacionan con la capacidad de la cultura misma para generar beneficios para las comunidades o personas involucradas, entre las cuales podemos nombrar:
- Industrias culturales
- Industrias creativas
- Industrias del ocio
- Industrias del entretenimiento
- Industrias de contenidos
- Industrias protegidas por el derecho de autor,
- Economía cultural
- Economía creativa
- Economía naranja
Cada una de estas tiene concepciones y definiciones más o menos diferentes, así como simpatizantes y adversarios más o menos radicales, tanto públicos como privados. Sin embargo parece que todas se interesan por tres factores comunes.
Los tres factores clave de la gestión cultural
1. Creatividad, artes y cultura como materia prima
2. Relación con los derechos de propiedad intelectual
3. Función directa en la cadena de valor creativa.
Factores comunes a las múltiples concepciones de la gestión cultural.
Fuente: Economía Naranja
1. La materia prima de la gestión cultural
Pues sí, la creatividad y las artes son cultura y sin cultura no tendría sentido la gestión cultural. De alguna manera podríamos vincular la materia prima de la gestión cultural con las manifestaciones culturales.
Lee el artículo Manifestaciones culturales para la creación de experiencias significativas y memorables.
2. Derechos de propiedad intelectual
3. Cadena de valor creativa
Nada en la cultura o en la gestión cultural puede tomarse a la ligera y es difícil desagregar algún elemento del todo, porque no estamos hablando de un suceso de corto plazo, ni de un hecho estático, ni de un evento realizado por algún profesional, sino de un proceso sistémico que se realiza con la participación de diversos actores sociales que se mueven a distintos ritmos y conforman diferentes corrientes y fuerzas que inciden en el desarrollo de los proyectos.
Con esto en mente, analizaremos con cautela la cadena de valor creativa que, de acuerdo con UNESCO, conforma el proceso cultural a partir de la cual, los contenidos culturales se transforman en bienes y servicios culturales.
Cadena de valor creativa
Elaboración propia con base en UNESCO 2006
Este proceso se parece mucho a un proceso comercial, y podría llevarnos a pensar que la gestión cultura puede ensamblar un producto cultural como sucedería una línea de producción industrial, pero no es tan sencillo.
Carrillo expresa muy gráficamente el proceso de la cadena de valor creativa cuando anota: “no es la construcción de una casa, donde ladrillo, cemento y ladrillo siempre pegan; es la búsqueda constante de ingredientes que permitan edificar ese mundo donde los valores de tolerancia, respeto, igualdad, entre otros, sean nuestro máximo exponente” (Carillo Magro, 2002).
Sobre el ocio y el negocio
La gestión cultural, puede vincularse de muchas maneras con los conceptos de ocio y negocio, un par de conceptos opuestos que se han ido confundiendo por el mundo y que vale la pena revisar.
Para entrar en contexto, habrá que saber que el significado de otiōsus u ocio en latín antiguo, se utilizaba para referirse al tiempo que dedicaban los filósofos a reflexionar sobre aspectos fundamentales de la vida y se encontraba asociada con el aprendizaje de las cosas importantes.
El hombre ocioso era considerado libre y virtuoso. La palabra negocio es la negación o imposibilidad de dedicarse al ocio. Así negotium, es un vocablo formado por nec que es una negación y otium que es ocio.
No sabemos a qué hora se polarizaron las ideas y comenzó a creerse que el ocio es la madre de todos los vicios y que un negocio está relacionado con una actividad que debe producir dinero a toda costa, aún si deteriora el bienestar común. Con ninguno de estos paradigmas estamos de acuerdo. El ocio no es un vicio malévolo y el negocio no es una consecuencia de la avaricia, ni viceversa.
La propia naturaleza nos ha enseñado que al buscar la productividad constante y monocultivada de un terreno solo logramos gastarlo, cansarlo, extenuarlo y eventualmente, hacerlo menos productivo. Hay que dejar descansar ese terreno, decían los abuelos, y lo dicen ahora los ecologistas con más información científica pero con la misma sabiduría.
En algunas sabias y tranquilas sociedades, la cultura y el ocio son todavía distinguidas como poderosas herramientas de participación y relación entre las personas.
Mientras tanto, los estudiosos del comportamiento humano han comprobado que el ocio es fundamental para nuestro desempeño y resulta ser el entorno más propicio para la innovación.
En este contexto, el derecho al tiempo libre y al ocio se ha convertido en un tema que va más allá de la logística, pues tiene que ver con el derecho a pensar, a crear, a innovar.
Desde el punto de vista productivo, parece ser que solo quienes gozan de la posibilidad de tener periodos de ocio conforman la llamada “clase creativa”, cuyos integrantes se reconocen como los agentes que lideran la innovación (Prat, 2011).
Entonces, si queremos ser parte de esa clase creativa, necesitamos darnos tiempo para no hacer nada, además de generar actitudes y habilidades para adquirir nuevas maneras de pensar que nos ayuden a salir de la caja.
En nuestro mundo de mercaderes y mercancías, tanto la educación formal de las escuelas, como la informal de la familia y la sociedad, suele enseñarse a negar el ocio y a aceptar sin cuestionarse la importancia de hacer ne-gocio, de producir, de comprar y de vender (Gaspar, 1997). En cambio el ocio experiencial, activo, sustancial, creativo y solidario, que genera innovación para el desarrollo humano sostenible, no parece tener un espacio significativo en nuestro sistema.
¿Qué es para ti lo más importante del ocio? ¿Crees que debemos reaprender a ser un poco ociosos en lugar de pasar la vida negociando?
La diferencia entre el ocio y el negocio
En todo caso, la diferencia entre el ocio y el negocio no es lo que hacemos, sino con qué intención lo hacemos. Si ocio es algo que hacemos sin intención de producir resultados específicos, un negocio es una actividad o trabajo que realizamos para generar ciertos resultados tangibles y preestablecidos.
Una vez que reivindicamos al ocio, vamos al negocio, a aquello que hacemos para producir y dar resultados.
Los pequeños empresarios que hacen negocio y los que no
En México, por ejemplo, existen más de 4 millones de unidades empresariales de las cuales 99.8% son PYMES que generan el 72% del empleo en el país (INEGI) y el 52 % de la economía.
En estos pequeños negocios se generan distintos productos y servicios que utilizamos para mejorar nuestra calidad de vida.
Además se calcula que hay cerca de 30 mil organizaciones de la sociedad civil cuyo negocio o actividad es apoyar el bienestar de la comunidad y el medio ambiente.
Tanto en las empresas como en las organizaciones civiles, el concepto de negocio está relacionado con creencias y mecanismos inadecuados que desafortunadamente, logran que quiebren a gran velocidad. De las pequeñas empresas que abren sus puertas cada año con gran entusiasmo, la mitad quiebran durante su primer año y el 75 % ya cerraron antes de cumplir 5 años de vida.
Aunque no existe un consenso sobre los motivos por los cuales las empresas pequeñas no logran sobrevivir en el largo plazo, algunos paradigmas y creencias que nos ayudan a tener éxito en los negocios tienen que ver con nuestra opinión sobre el dinero y la prosperidad sobre el trabajo y el bienestar y sobre la capacidad de negociación.
Lee el artículo Cinco creencias que potencian el éxito o el fracaso de los negocios.
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