Las creencias y formas de pensar determinan nuestra calidad de vida, nuestros resultados y condicionan nuestro destino.
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¿Cuántas veces has leído últimamente que creer es crear? ¿Te has enfrentado a alguna pitonisa moderna te ha dicho que si le dices lo que crees puede decirte lo que conseguirás? ¿Crees que tus pensamientos limitan o potencian tus actuaciones y tus logros?
¿Qué es una creencia?
Etimológicamente la palabra creencia viene del latín credere y significa confiar, tener certidumbre en una idea, en un resultado o una persona.
Entre las definiciones más utilizadas sobre una creencia, se menciona que es una actitud mental que implica la aceptación de una experiencia, una idea o una teoría, que se consideran como verdaderas sin que medien ni hagan falta demostraciones argumentales o empíricas.
Parece que las personas somos capaces de afirmar aquello en lo que creemos o decidimos creer y que inconscientemente haremos todo para confirmarlo.
¿Por qué es importante analizar las creencias que potencian el éxito o el fracaso de los negocios?
De acuerdo con el Banco Mundial, una de cada diez personas emprende -aunque no todas constituyen una empresa-, pero solo el diez por ciento de quienes emprenden logran tener un emprendimiento que sobreviva durante los primeros dos años. (Banco Mundial 2017).
En México existen más de 4 millones de unidades empresariales, de las cuales más del 99% son PYMES que generan el 72% del empleo en el país. De las pequeñas empresas que se constituyen con entusiasmo cada año, la mitad quiebra durante su primer año de vida y el 75% cierra antes de cumplir 5 (INEGI 2019).
Las incubadoras suelen llamar a las primeras etapas de las empresas el valle de la muerte, pues parece que todo conspira para que las empresas fracasen. Entre estas conspiraciones más poderosas, están las creencias que pueden ser importantes enemigas o aliadas de los negocios.
Vamos a explorar algunos temas que a veces se asumen como ciertos y en los puede ser necesario profundizar para cambiar las percepciones que nos pueden impedir o ayudar a tener éxito en los negocios: sobre el dinero y la prosperidad; sobre el trabajo y el bienestar; y sobre la capacidad de negociar, sobre emprender y lograr, sobre el éxito y los objetivos.
Cinco creencias que influyen en el éxito o fracaso de los negocios
Reflexionar sobre siguientes asuntos puede ser determinantes para potenciar el desarrollo de un negocios prósperos y exitosos.
- Creencias sobre el ocio y el negocio
- Creencias sobre el dinero y la prosperidad
- Creencias sobre el trabajo y el bienestar
- Creencias sobre la capacidad de negociar
- Creencias sobre emprender y lograr
- Creencias sobre el éxito y los objetivos
1. Sobre el ocio y el negocio
Las industrias culturales y creativas puede vincularse de muchas maneras con la noción de ocio y negocio, un par de conceptos que parecen opuestos y que vale la pena revisar.
¿De dónde viene la palabra negocio?
Para entrar en contexto, voy a hacer uso de la etimología. El significado de otiōsus u ocio en latín antiguo, se utilizaba para referirse al tiempo que dedicaban los filósofos a reflexionar sobre aspectos fundamentales de la vida y se encontraba asociada con el aprendizaje de las cosas importantes. El hombre ocioso era considerado libre y virtuoso.
La palabra negocio llegó como negación o imposibilidad de dedicarse al ocio. Así negotium, es un vocablo formado por nec que es una negación y otium que es ocio. Las personas dedicadas al negocio o al trabajo no gozaban de capacidad de ocio, ni de libertad de pensar o hacer.
No sabemos a qué hora se polarizaron las ideas y comenzó a creerse que el ocio es la madre de todos los vicios y que un negocio está relacionado con una actividad que debe producir dinero a toda costa, aún si deteriora el bienestar común. Con ninguno de estos paradigmas estoy de acuerdo.
El ocio no es un vicio malévolo y el negocio no es una consecuencia de la avaricia, ni viceversa.
¿Qué ventajas tiene el ocio?
La propia naturaleza nos ha enseñado que al buscar la productividad constante y monocultivada de un terreno solo logramos gastarlo, cansarlo, extenuarlo y eventualmente, hacerlo menos productivo. Hay que dejar descansar ese terreno, decían los abuelos, y lo dicen ahora los ecologistas con más información científica pero con la misma sabiduría.
En algunas sabias y tranquilas sociedades, la cultura y el ocio son todavía distinguidas como poderosas herramientas de participación y relación entre las personas.
Mientras tanto, los estudiosos del comportamiento humano han comprobado que el ocio es fundamental para nuestro desempeño y resulta ser el entorno más propicio para la innovación.
En este contexto, el derecho al tiempo libre y al ocio se ha convertido en un tema que va más allá de la logística, pues tiene que ver con el derecho a pensar, a crear, a innovar.
¿Qué es la clase creativa?
Richard Florida, introdujo en 2002 el concepto de la clase creativa como una clase socioeconómica que representa una fuerza impulsora clave para el desarrollo económico de las ciudades postindustriales. Esta teoría, que ha tenido tanto elogios como controversias, me recuerda la antigua noción de las clases ociosas.
De acuerdo con Prat, que estudia la productividad de la clase creativa desde el punto de vista productivo, parece ser que solo quienes gozan de la posibilidad de tener periodos de ocio conforman la llamada “clase creativa”, cuyos integrantes se reconocen como los agentes que lideran la innovación (Prat, 2011).
Entonces, si queremos ser parte de esa clase creativa, necesitamos darnos tiempo para no hacer nada, además de generar actitudes y habilidades para adquirir nuevas maneras de pensar que nos ayuden a salir de la caja.
En nuestro mundo de mercaderes y mercancías, tanto la educación formal de las escuelas, como la informal de la familia y la sociedad, suele enseñarse a negar el ocio y a aceptar sin cuestionarse la importancia de hacer negocio, de producir, de comprar y de vender (Gaspar, 1997).
En cambio el ocio experiencial, activo, sustancial, creativo y solidario, que genera innovación para el desarrollo humano sostenible, no parece tener un espacio significativo en nuestro sistema.
¿Qué es para ti lo más importante del ocio? ¿Crees que debemos reaprender a ser un poco ociosos en lugar de pasar la vida negociando?
¿Cuál es la diferencia entre el ocio y el negocio?
En todo caso, la diferencia entre el ocio y el negocio no es lo que hacemos, sino con qué intención lo hacemos.
Si ocio es algo que hacemos sin intención de producir resultados específicos, un negocio es una actividad o trabajo que realizamos para generar ciertos resultados tangibles y preestablecidos.
Una vez que reivindicamos al ocio, vamos al negocio, a aquello que hacemos para producir y dar resultados.
Los pequeños empresarios que hacen negocio del ocio y los que no
Ejemplo del coeficiente de éxito en las PYMES en México
En México, por ejemplo, existen más de 4 millones de unidades empresariales de las cuales 99.8% son PYMES que generan el 72% del empleo en el país (INEGI) y el 52 % de la economía.
En estos pequeños negocios se generan distintos productos y servicios que utilizamos para mejorar nuestra calidad de vida.
Además se calcula que hay cerca de 30 mil organizaciones de la sociedad civil cuyo negocio o actividad es apoyar el bienestar de la comunidad y el medio ambiente.
Tanto en las empresas como en las organizaciones civiles, el concepto de negocio está relacionado con creencias y mecanismos inadecuados que desafortunadamente, logran que quiebren a gran velocidad. De las pequeñas empresas que abren sus puertas cada año con gran entusiasmo, la mitad quiebran durante su primer año y el 75 % ya cerraron antes de cumplir 5 años de vida.
Aunque no existe un consenso sobre los motivos por los cuales las empresas pequeñas no logran sobrevivir en el largo plazo, entre los motivos que suelen publicarse, está la falta de planificación, de liderazgo, de compromiso, de capital o de la relación del producto y la demanda.
Y cada vez más, se reconocen algunos paradigmas y creencias que ayudan o limitan el éxito en los negocios, tienen que ver con la opinión y la relación de las personas con sobre el dinero y la prosperidad.
En los últimos diez años, el estudio psicológico de la pobreza ha tenido un crecimiento vertiginoso.
2. Sobre el dinero y la prosperidad
De acuerdo con la CEPAL, la noción de pobreza y su aporte a la consecución de igualdad se configuran como “un síndrome situacional en el que se asocian el infraconsumo, la desnutrición, las precarias condiciones de vivienda, los bajos niveles educacionales, las malas condiciones sanitarias, una inserción inestable en el aparato productivo, poca participación en los mecanismos de integración social, y quizá la adscripción a una escala particular de valores, diferenciada en alguna medida de la del resto de la sociedad”
Hablar de valores es hablar de creencias, de esa distinta adscripción o escala de importancia que le damos a las cosas.
¿Cómo influye el valor del dinero en la prosperidad?
En mi andar por los pueblos de Latinoamérica, he encontrado que algunas personas parecen estar de acuerdo en que el dinero es generador de riqueza, otras piensan que el dinero es la solución de la pobreza, otras que es un simple medio para facilitar el trueque y pero otros más consideran que el dinero es la causa de la corrupción, la explotación y la inequidad. Estos últimos suelen tener una mala relación con la prosperidad propia y la de los demás.
La relación entre economía y cultura suele abordarse con antagonismo cuando en realidad son caras de una misma moneda. Normalmente, solo podemos ver una de las caras a la vez, lo que limita nuestra habilidad para comprender lo estrecho de su relación. Es tal la correspondencia de la economía y la cultura, que la moneda es una de las creaciones más maravillosas de ambos. (Buitrago Restrepo & Duque Méndez, 2013).
¿Qué es el dinero?
Pienso que la moneda de antes como el dinero, es una fórmula que facilita el intercambio, y por si mismo no es capaz de producir bienes o males, no es un ente malévolo que decide a qué manos llegar y dicta cuánto cuesta una hora de trabajo o una papa o un rábano o un automóvil, ni es tampoco un sujeto benévolo que resuelve lo que las personas tenemos que solucionar.
El dinero es un invento bastante reciente, un efecto secundario de la especialización, que hace más fácil intercambiar lo que tenemos por lo que queremos, pero no tiene personalidad o cualidades o capacidad de actuación en uno u otro sentido.
¿Se puede reducir la pobreza cambiando las creencias?
De acuerdo con el Banco Mundial, a futuro, los diseñadores de políticas de América Latina tendrán motivos para repensar el enfoque de sus programas de reducción de la pobreza, haciendo uso de este nuevo análisis para entender mejor quiénes son los pobres crónicos y dónde residen.
Será imperativo mejorar la coordinación entre diferentes programas sociales y económicos, así como enfrentar el costo mental y emocional que la pobreza impone en los pobres y en su capacidad de mejorar sus vidas. Solo así se podrá forjar un mejor camino de escape de la pobreza para los 130 millones de pobres crónicos de América Latina.
Si bien no todos los proyectos culturales comunitarios se vinculan con la reducción de la pobreza, muchos de ellos lo hacen y la mayoría podrían incidir en su combate, para esto, es importante comprender que ciertamente la pobreza es principalmente la carencia de bienes materiales, pero es mucho más que eso.
Entre los principales debates sobre la pobreza que se han sostenido en el mundo y particularmente en América Latina, la medición de la pobreza y la falta de recursos económicos se enfoca cada vez más en posibles causas y soluciones psicológicas, ente las que se analiza la creencia que la sostienen. Este es un ámbito de constantes discusiones y en el que no hay acuerdos teóricos absolutos, pero existen algunas hipótesis que pueden apoyarnos y facilitar el proceso de generar los recursos necesarios para implementar proyectos culturales comunitarios exitosos.
La reducción de la pobreza es tanto un problema socioeconómico, como psicológico, que se debe abordar desde este punto de vista también y así facilitar la amplitud de perspectivas para desarrollar de tecnologías sociales más eficientes para la lucha contra la pobreza. En el estudio de Oscar Galindo y Rubén Ardilla sobre la psicología de la pobreza, se encontró un alto nivel de verbalizaciones desesperanzadas y creencias políticas y religiosas limitantes entre quienes se consideran pobres.
Si ustedes tienen problemas con el dinero, les sugiero investigar más al respecto, teniendo cuidado de no enrollarse con charlatanes que les dicten fórmulas mágicas para hacerlo aparecer en su puerta sin ir a buscarlo. Si no tiene problemas con el dinero, tal vez estas reflexiones, junto con todo lo demás, les ayuden a conseguir lo que necesitan.
A continuación presento tres las creencias populares que parecen causar una mala relación entre algunas personas y el dinero:
- El dinero nunca alcanza
- El dinero aleja del desarrollo espiritual
- El éxito económico no está en mi
El dinero nunca alcanza
A la mayoría de los emprendedores exitosos u organizaciones filantrópicas entre los que encontramos muchos gestores de proyectos culturales comunitarios no les habría alcanzado lo que tenían en el bolsillo para comenzar su negocio.
Sin embargo en lugar de pensar que no podrían tenerlo o pagarlo, se preguntaron ¿cómo puedo conseguir lo que necesito para comenzar? O simplemente, comenzaron sin pensar que había limitaciones para lograr lo que querían, han logrado construir negocios exitosos.
El caso de Oxfam
Ahí está el caso de Oxfam, que es una de las organizaciones internacionales más importantes del mundo, que se dedica a hacer frente a las causas estructurales de la pobreza y la injusticia. Actualmente es una confederación internacional de 17 organizaciones que trabajan en aproximadamente 90 países del mundo. Fue fundada en 1942 por un grupo de amigos que buscaban apoyar a las personas de una región de Grecia, que estaba muy deprimida por la ocupación de los nazis.
Para solventar los gastos de su causa, los amigos comenzaron a recolectar y vender ropa usada, pues querían tener más recursos para poder ayudar más. Siete años después contrataron a su primer empleado, quien se encargó de gestionar las cuentas, distribuir la ropa donada y establecer estrategias para recibir y vender cualquier cosa que la gente estuviera dispuesta a donar.
Actualmente tienen 48 tiendas que venden bienes donados por el público, así como cuatro tiendas de artesanías y productos alimenticios, que compran con una seria política de comercio justo. Además reciben apoyo del gobierno inglés e importantes donativos de empresas e instituciones de todo el mundo, además de que llevan a cabo campañas cara a cara en las que explican su causa y solicitan donativos para proyectos específicos al público en general. Pueden investigar más sobre este caso en www.oxfam.org
Negocios infantiles inspiradores
En el ámbito de los negocios, hace poco nos enteramos de un trio de niños de menos de quince años que hoy son reconocidos en las revistas de mejores empresarios y pudieran inspirarles o al menos intrigarlos y motivarlos al desarrollar sus proyectos culturales comunitarios:
Centro de diversiones con cajas
Este negocio de un niño emprendedor comenzó montando un pequeño centro de diversiones con cajas de cartón pintadas y algunas chucherías que sacó de la basura y ha ido consolidando su propuesta hasta tener un espacio interactivo de gran relevancia para su comunidad.
Bisutería reciclada
Una niña emprendedora produce bisutería con tapas de refresco decoradas con dibujos de su creación y ha logrado generar un gran negocio en el que ahora participan su familia, sus amigos y otras personas de su comunidad.
Estiércol para bromas pesadas
Un grupo de pequeños decidieron vender estiércol en bolsitas disfrazadas para hacer bromas pesadas e incluso han comenzado a exportar.
Tal vez no estos ejemplos no son precisamente lo que estamos buscando al emprender un proyecto cultural comunitario, pero nos demuestran que la posibilidad de hacer negocios es amplísima cuando tienen una idea creativa y ponen suficiente empeño en ello.
Busca ejemplos de personas creativas que comenzaron sus negocios con los recursos que tenían a su alcance, tal vez te convenzas a ti mismo que sí te alcanza.
El dinero me aleja del desarrollo espiritual
Por algún extraño motivo, algunas personas piensan que tener dinero lleva a las personas a ser malas, corruptas, explotadoras, estafadoras, avaras e inútiles, y asumen que todos los que logran conseguir dinero han pasado sobre los demás o han hecho alguna trampa.
Hemos de reconocer que el dinero no tiene capacidad para convertirnos en alguien que somos. Su dinero va a donde ustedes lo lleven y no al revés. No tengan miedo de si mismos, si ustedes son persona sanas, interesadas en el desarrollo de su comunidad, utilizarán el dinero que produzcan para llevar bienestar y desarrollo a sus familias y a su comunidad, y lo invertirán de forma adecuada para ser mejores personas.
Somos parte del sistema
Parece que una de las claves para tener un negocio comunitario exitoso y provechoso para todos, es estar atento a las oportunidades o crear nuevas oportunidades individuales y colectivos que generen y distribuyan la abundancia, lo que empieza por saber que podemos producir bienes y bienestar para todos, comenzando por nosotros mismos.
He escuchado muchas veces juzgar como egoístas y aprovechados a quienes pretenden “traer agua a su molino”, refiriéndose a procurarse recursos para vivir mejor, sobre todo entre personas que no tienen un negocio sólido y se comparan con quienes si lo tienen. Suelo responderles: pero si no hay agua en sus molinos, ¿cómo van a repartir agua a otros molinos?
¿Piensas que el dinero puede hacerte una mala o peor o buena o mejor persona? ¿Cómo y por qué?
El éxito económico no esta en mí
Distintos artículos académicos y disertaciones sociológicas y psicológicas sostienen que muchas personas piensan que tener o no recursos para lograr lo que se proponen es una cuestión de suerte o del destino o del poder de otros.
Esta creencia o sentimiento, les impide tener confianza en sus propias capacidades y se vincula con la psicología de la pobreza.
Este sentimiento puede tener que ver con la indefensión aprendida, que provoca falta de motivación que lleva al fracaso al actuar, pues los individuos han aprendido que no pueden controlar su ambiente y eso provoca que fallen en el control sobre su ambiente y sobre el uso de las opciones que tienen disponibles. Es una trampa difícil pero no imposible de sortear.
El círculo de la pobreza
Rubén Ardilla plantea que se aprende desde niño a ser pobre y así se perpetúa el ciclo de la pobreza. Una persona que creció desesperanzada y pensando que no podría hacer nada para cambiar su realidad, ocasionará como consecuencia un pensamiento derrotista que asuma posturas de control externo que se traduzcan en una incapacidad para enfrentarse a las oportunidades con éxito.
La investigación de Francisca del Río y Katherine Strasser, sostiene que desde muy pequeños, los niños se autoclasifican y dan por sentado que tienen rasgos de identidad no evidentes pero determinantes, que asocian con su pertenencia a un grupo social y que los niños que han nacido en condiciones de pobreza tienen la creencia de que ciertas propiedades están determinadas desde el nacimiento y “esgrimen la creencia de que el crecimiento por sí mismo no es un factor que permita a las personas dejar de ser pobres. De esta forma, resulta natural entender y justificar un mundo donde los pobres se mantienen así durante toda su vida, heredando este estatus a su descendencia”.
La investigación también sugiere que es posible incidir en la percepción de los niños sobre sí mismos a través de cambios superficiales que les permitan transformar sus paradigmas para tener mejores posibilidades de transitar de una situación de desventaja hacia una mejor calidad de vida.
Aunque la investigación de estas estudiosas no es contundente, nos invita a comprender que la pobreza no es solo cuestión de dinero y a investigar fórmulas para cambiar nuestras ideas sobre lo que es necesario para tener éxito y bienestar, tanto en etapas tempranas de la vida como en jóvenes y adultos.
3. Sobre el trabajo y el bienestar
El concepto de negocio está íntimamente relacionado con la necesidad de trabajar, o al menos, de que algunos trabajen para producir o lograr lo que nos hemos propuesto.
Me parece que no debemos confundir un buen negocio con una actividad que solo busca producir cosas, hacer dinero y mucho menos a explotar a los demás para crecer.
Solamente si nuestro objetivo fuera exclusivamente hacer dinero, entonces el negocio se orientaría solamente a hacer dinero. Si nuestro objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas de nuestra comunidad, un buen negocio será lo que nos permita lograr exactamente eso: bienestar los miembros de la comunidad, incluyendo a aquellos encargados del negocio, es decir, aquellos que trabajan para que los negocios de las empresas y organizaciones sean exitosos.
¿Cómo generar bienestar y gozar del trabajo propio?
Al revisar la idea casi generalizada de que el trabajo es algo horrible que debemos hacer y no queremos hacer, que no está en la naturaleza del trabajo producir gozo y satisfacción, sino agobio, sudor y cansancio, podemos darle al trabajo otro significado, reconocer la satisfacción del logro y el quehacer que nos implica trabajar.
Algunos de los clásicos paradigmas con que me he topado en torno a lo amargo que ha de ser el trabajo y que sólo sirven para desvirtuar el concepto y el valor del trabajo se expresan en frases como “el trabajo y el placer no son amigos” o “el trabajo debe ser sufrido para que sea benéfico” o “el trabajo es tan malo que hasta pagan por hacerlo” o “hay que trabajar como esclavo para que nos vaya bien” o “trabajar esta bien, siempre y cuando lo hagan otros”.
Estas expresiones no parecen ser culpa del trabajo en sí, sino de las prácticas de explotación laboral que han estado presentes en los viejos esquemas productivos.
Una actitud positiva frente al trabajo requiere replantear el vocabulario que usamos para definirle, concentrarnos en aumentar la productividad personal, facilitar el trabajo de otros, enfocarnos al momento presente y en agradecer.
Prácticamente cualquier trabajo, nos da la posibilidad de concetrarnos en lo que hacemos y meditar, es decir, ir hacia dentro de nosotros mismos para mantener la mente calmada, reducir el estrés y mantener una actitud positiva.
¿Cómo generar bienestar en el trabajo de tu equipo?
Actualmente la mayoría de los estudiosos que se avocan a la búsqueda del bienestar, coinciden en que es fundamental crear fórmulas de trabajo que aporten bienestar a quienes lo realizan.
Uno de los retos más importantes de los proyectos culturales comunitarios es lograr que los negocios que implementemos a partir de los proyectos que diseñamos, sean espacios en los que podamos realizar actividades dignos, agradables y satisfactorios, además de bien remunerados.
No hay recetas únicas para lograr una buena gestión o un buen negocio cultural comunitario. Sobre todo si están planteando un negocio innovador que logre lo que no se ha conseguido antes, será necesario hacer las cosas diferentes y crear fórmulas propias.
De acuerdo con el estudio sobre felicidad y trabajo realizado por Crecimiento Sustentante, cuando los colaboradores que colaboran en un proyecto o negocio son felices en su trabajo presentan hasta 33% más energía y dinamismo, pueden adaptarse mejor a los cambios y tienen hasta un 300% menos riesgo de tener o provocar accidentes laborales, lo que incrementa en un 88% la productividad en una empresa.
El estudio que realizaron de James Flower y Nocholas Christakis sobre la felicidad contagiosa, sostiene que la felicidad no solo es un derecho humano, es un componente de la salud y aunque está determinada por una serie de factores complejos, voluntarios e involuntarios, que cada vez la entendemos un poco mejor y sabemos que una persona pone en marcha una reacción en cadena que beneficia no sólo a sus amigos o colegas, sino a los amigos y colegas de sus amigos y colegas.
Recordemos que incluso pequeños cambios de actitud pueden lograr grandes cambios en la productividad y prosperidad personal y colectiva.Para que tu negocio cultural o el de tu organización sea sostenible y sustentable, te recomiendo tener en cuenta los siguientes cuatro conceptos:
Responsabilidad social y ambiental
La responsabilidad social y ambiental involucra tanto tener la habilidad para evaluar las consecuencias de las acciones que realizamos, como responder con oportunidad para minimizar los efectos negativos que puedan generarse al llevar a cabo el negocio, estableciendo mecanismos para cuidar o en su caso remediar las consecuencias negativas que provocamos en el medio ambiente o las manifestaciones culturales y promover una cultura de limpieza y transparencia.
Distributividad
La distributividad implica que los beneficios que produzcamos a partir del negocio alcancen solidariamente al mayor número de personas y familias de la comunidad en que se desarrolla el negocio, de la región de influencia del proyecto y si es posible de otras regiones, orientando los resultados hacia la búsqueda de una mayor equidad y justicia social.
Rentabilidad
La rentabilidad de un negocio se relaciona con que los procesos que desarrolla el negocio produzcan más de lo que consumen y generen los mayores beneficios posibles para los inversionistas y gestores del negocio, para el mundo que también aporta recursos y para la comunidad involucrada.
Felicidad
La felicidad es un estado de ánimo en el que las personas se sienten satisfechas y gozosas. Es un concepto subjetivo que se vincula con la autoestima y la motivación y parece ser una de las principales búsquedas de todas las personas, y que se produce cuando logramos nuestras metas, lo que nos motiva a conseguir nuevas metas.
4. Sobre la capacidad de negociar
Otro concepto que suele causar confusión en este ámbito de los negocios y la procuración de recursos es la negociación, esa acción que realizamos para ponernos de acuerdo con los demás, repartir cosas, resolver conflictos, acordar formas de comportamiento, asignar responsabilidades, remuneraciones, premios o castigos.
¿Qué es negocicar?
La idea de negociar se relaciona en algunos lugares con la idea de que alguien tiene que perder para que otro gane, lo que nos hace presuponer que hay que sacar la mejor y mayor rebanada posible en cada etapa de cada negociación que realizamos en la vida.
La buena noticia es que hace ya varios años, diversos estudiosos han comenzado a proponer fórmulas para que todas las partes que entran en una negociación queden satisfechas con los resultados de las transacciones u operaciones realizan juntos, enmarcando la negociación desde una perspectiva de ganancias mutuas con valor agregado
¿Cómo aumentar la capacidad de negociar?
Aquí va un cuento que puede ilustra el método de negociación de Harvard que se centra en intereses y no en posiciones.
Había una vez dos amigas que querían repartir una naranja, pero no estaban seguras cómo hacerlo de maneja justa y conveniente. Llegó un sabio matemático y las convenció rápidamente que la dividieran la naranja en dos pedazos iguales y cada una se quedara con uno de los pedazos.
Las amigas hicieron lo que el sabio sugirió, quedaron satisfechas y se fueron cada una a su casa con su mitad.
Una de ellas, que tenía mucha hambre se comió la pulpa alegremente y tiró la cáscara a la basura, pero no terminó de quitarse el apetito. La otra quería la cáscara para hacer un postre de naranja, la rayó y echó la pulpa a la basura, pero la ralladura que obtuvo de la cáscara no le alcanzó para su postre.
Al enterarse la amiga hambrienta que la otra amiga tiró la mitad de la pulpa quedó muy indignada, no le pareció lógico que su amiga hubiera sido tan desconsiderada. Por su parte, al enterarse la amiga del postre que su amiga tiró la mitad de cáscara de la naranja quedó sumamente insatisfecha y enojada, incluso la llamó estúpida y alegó que de haber tenido la cáscara completa, le hubiera podido convidar la mitad del postre que pudo haber preparado, pero el hubiera no existe.
La frustración que provocó esta negociación, aunque en principio fue de común acuerdo, minó la relación de las amigas, que tuvieron que consultar a un terapeuta para comprender que lo primero que se necesita para lograr una mejor negociación es conocer la necesidad de la otra parte; que la comunicación es la base de una buena negociación y que negociar exitosamente no puede centrarse en quitar a otros la mitad de su dinero, de su salud o de su felicidad o repartir lo que otros producen, sino en producir algo más para aportar al todo.
Para quienes deciden cambiar al lado productivo la idea de repartir se centra en generar un poco más para generar más valor para el mundo, para su comunidad y para si mismos, en lugar de quitar un poco a alguien más.
Creencias que influyen en la forma de negociar
¿Cómo se aproximan los negociadores en una negociación de ganar-perder?
- Alguien tiene que perder para que el otro gane.
- Los negociadores son adversarios y rivales
- El objetivo de la negociación es ganarle a los demás
- Hay que desconfiar de todos para no perder
- Si no estas de acuerdo con un argumento hay que contradecirlo
- Amenazar es una buena estrategia para conseguir lo que quiero
- Hay que esconder lo que tenemos para negociar para que los demás no se aprovechen
- Se exigen ganancias
- Nunca hay que dejar ver al otro negociador lo que realmente nos interesa para que no se de cuenta de que es valioso para nosotros
- Para negociar mejor no debe importarnos lo que siente o quiere el otro
¿Cómo se identifica a los negociadores que buscan una negociación de ganar-ganar?
- Todos podemos ganar si somos suficientemente inteligentes.
- Los negociadores son colaboradores para llegar a un mejor acuerdo
- El objetivo de una negociación es llegar al mejor acuerdo para todos
- La confianza mutua es fundamental para llegar al mejor acuerdo
- Los argumentos de los demás se exploran
- Ofrecer es la estrategia para conseguir lo que queremos
- Hay que mostrar lo que tenemos para negociar de manera que podamos
- Se intenta cubrir las necesidades de los demás
- Se identifican las diferentes necesidades de los actores que negocian, podemos obtener más del 100 % de lo que está en juego.
- Para lograr una buena negociación hay que conocer lo que siente y quiere el otro
Tipos de negocicación
Existen diferentes fórmulas para clasificar los tipos de negociación que nos ayudan a estar mejor preparados para negociar exitosamente:
- Según los intereses del otro
- Según el desarrollo esperado
- Según la reiteración con la que se interactúa.
- Según el estatus relativo de los negociadores.
- Según el clima humano.
- Según los perfiles de los interlocutores que participan en la negociación
- Según los factores desencadenantes
Si quieres leer más sobre estas alterativas, lee el artículo tipos de negociación en los negocios y la vida cotidiana.
5. Sobre emprender y lograr
Emprender a iniciar algo, cualquier cosa: emprendemos un viaje a la tiendita para comprar leche, emprendemos el diseño de un proyecto, emprendemos un negocio para mejorar la tierra, emprendemos un proyecto para llegar a la luna o emprendemos una caminata por el simple placer de caminar. Hay emprendimientos más complicados que otros, pero todos emprendemos algo todos los días.
En algunos entornos se han enmarañado los conceptos y se confunde el ser emprendedor o empresario con la idea de ser un malandrín que sacrifica todo para lograr el éxito económico y se aprovecha de los demás, así que se rechaza la idea de ser o parecerse a un empresario.
También existe la idea de que para ser un empresario exitoso es quien triunfa en su primer intento, pues tiene los conocimientos y el respaldo académico y económico que define el triunfo empresarial.
Ambas cuestiones aumentan la resistencia al deseo de tomar riesgos, de probar nuevas ideas, de tener iniciativas, de invertir su tiempo, dinero o esfuerzo en una causa que los beneficie, o de cuidar la rentabilidad de un negocio, y en consecuencia de implementar proyectos exitosos.
¿Cómo se define un emprendedor?
Un emprendedor es aquella persona que tiene el arrojo para iniciar algo y luego entonces, todos tenemos la capacidad de emprender.
Parece que la palabra emprendedor deriva de la voz francesa entrepreneur que se utilizaba en el siglo XVII para designar a las personas aventuradas que participaban en expediciones para descubrir nuevos mundos. Desde entonces ser emprendedor se relaciona con arrojo, intrepidez y valentía.
Más tarde, se extendió el significado para distinguir a quienes incorporaban nuevas tecnologías y estilos en la construcción de puentes, caminos, edificios o ciudades. Entonces se adicionó al concepto de emprendedurismo la idea de construir y concretar proyectos innovadores, arriesgados, diferentes.
Posteriormente, la idea del ser emprendedor se vinculó con quienes transformaron los procesos de producción en el ámbito industrial. Pero la industrialización no siempre generó resultados muy equitativos y responsables que digamos, así que mientras algunos mantuvieron la idea de que el principal atributo de los emprendedores de la era industrial se llamó innovación, para otros emprendedurismo comenzó a confundirse con explotación.
Por respeto a la inteligencia colectiva que hoy reconoce que la sobrevivencia está en generar y emprender proyectos sostenibles y sustentables, me gusta llamar emprendedores exitosos a aquellas personas que están dispuestas a arriesgarse e invertir su tiempo, dinero y esfuerzo para encontrar nuevas fórmulas de hacer negocios más rentables, distributivos y responsables; a aquellas personas que son capaces de conjuntar los elementos necesarios para planear y ejecutar un proyecto que genere bienestar en su comunidad, sin siquiera considerar los resultados del emprendimiento.
En esta era de cambios constantes en todos los sectores, estemos presenciando la redefinición del perfil de los gestores culturales y comprendiéndonos como emprendedores en el sentido más amplio del término: como catalizadores, iniciadores, generadores y desarrolladores de proyectos. Como diría Peter Drucker, el emprendedor busca el cambio, responde a él y lo utiliza como oportunidad.
El emprendedurismo es una actitud y una manera de hacer las cosas. Entonces los emprendedores son personas que asumen riesgos, aprenden siempre, actúan con pasión y disciplina, tienen una visión clara de lo que quieren, son creativos e innovadores, ejecutan lo que proponen, trabajan en equipo, disfrutan sus propios logros, reconocen y felicitan a los demás, se quieren a sí mismos.
Un emprendedor puede ser una persona que hace un negocio por su cuenta y riesgo o que está contratado por una empresa u organización para llevar a cabo una tarea o un proceso.
¿Qué es para ti un emprendedor? ¿Qué opinas sobre los emprendedores exitosos?
Parece que hay cuatro tipos de miedo que nos impiden emprender y lograr lo que queremos: el miedo al rechazo, el miedo a la culpa, el miedo al fracaso y el más complejo y contradictorio de los miedos: el miedo al éxito que tiene una relación directa con los otros tres.
Conectar con el miedo para remplazarlo con uno que los impulse.
Miedo al rechazo
El miedo al rechazo es el temor que se experimenta al ser juzgado, criticado y abandonado por los demás.
Como seres sociales, los humanos tenemos la necesidad de ser aceptados y acogidos por nuestra manada, nuestra tribu y nuestra familia para sobrevivir. A esto se suma el dolor de ser abandonado por las personas que amamos, lo que puede distorsionar nuestras relaciones co los demás y con nosotros mismos.
Ser miembro de un grupo es importante para la identidad social y es un componente clave de la autoestima. Nuestras necesidades de afiliación e interacción social parecen ser particularmente fuertes cuando nos encontramos en situaciones de estrés, y la pobreza es en sí misma una causa de estrés.
Hay sociedades que tienden a condenar el talento y el éxito ajenos por lo que sus miembros tienden a igualarse para evitar provocar envidia que genere rechazo y disminuya su popularidad.
Si vivimos en una comunidad que no se considera a sí misma exitosa, tener éxito no suele estar bien visto y puede provocar rechazo. Podría percibirse que el éxito nos hace diferentes de los demás y que al ser exitosos ya no perteneceríamos a la comunidad.
El fascinante experimento de Solomon Arch que dio el nombre de síndrome de Solomon cuando tomamos decisiones o adoptamos comportamientos para evitar sobresalir, destacar o brillar frente a un grupo o nos boicoteamos para no salir del camino en que transita la mayoría , le llevó a concluir que la conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría.
En resumen, Arch se hizo pasar por oculista y convocó a un grupo de alumnos para hacer un examen muy sencillo que implicaba identificar las diferencias ente tres rayas iguales, se confabuló con algunos de ellos para que repitieran la misma respuesta incorrecta antes de los demás. Solo el 25 % mantuvieron su opinión, el resto se dejó influir por las opiniones erróneas de la mayoría aunque la respuesta era tan obvia y sencilla que apenas había lugar para el error.
Miedo a la culpa
La culpa nos hace conscientes de que algo hemos hecho mal o ha fallado. Algunos autores coinciden en que la culpa surge de la creencia o sensación de haber traspasado las normas éticas personales o sociales, particularmente si se ha perjudicado a alguien. Esto facilita el aprendizaje y el intento de reparar algo. Sin embargo muchas veces nos sentimos culpables sin razón.
Cuando nos culpamos a nosotros mismos, generalmente es porque hemos sido culpados por otros, que nos han hecho creer que hemos hecho cosas mal y nos merecemos estar mal. Esa sensación nos hace bloquear nuestras posibilidades de actuación y de éxito, particularmente cuando la culpa se vincula con un castigo.
Mediante el castigo puede lograrse que la conducta se extinga de manera puntual o momentánea, aunque la raíz del problema no suele solucionarse y no provoca el desaprendizaje del comportamiento que se desea modificar ni ofrece una alternativa para modificar la conducta.
El miedo a la culpa y el castigo nos alejan del éxito, el libre pensamiento, la innovación y el bienestar propio y comunitario.
Miedo al fracaso
Para algunos grupos el fracaso es no haber logrado lo que nos propusimos y es algo decepcionante y vergonzoso, algo que nadie quiere experimentar, algo que nos convertiría en fracasados y rechazados. Cuando es excesivo se llama atiquifobia.
José Antonio Marina en su ensayo Las culturas fracasadas, el talento y la estupidez de las sociedades, nos muestra que estamos impulsados por necesidades y expectativas inagotables. Nuestra inteligencia es una maquinaria hiperbólica. No queremos simplemente sobrevivir, como quieren el mejillón y la gallina, sino que queremos sobrevivir, convivir, crear, liberarnos, superarnos, en una palabra, supervivir. Esto no quiere decir vivir por encima de nuestras posibilidades, lo que sería quimérico, sino vivir por encima de nuestras realidades, o sea, vivir dirigidos por la posibilidad, que es irreal, inventada, fantaseada.
Las comunidades que vinculan sus fantasías con fracaso, viven inventando escusas para no emprender, las que vinculan sus fantasías con nel éxito, tienen mejores argumentos para probar y eventualmente, lograr cosas diferentes y acaso, mejores.
De acuerdo con la Asociación Empresarial para el Desarrollo de Costa Rica, es el compromiso permanente de las empresas para aumentar su competitividad mientras contribuyen activamente al desarrollo sostenible de la sociedades, mediante acciones concretas y medibles dirigidas a solucionar los problemas prioritarios del país.
Así, el compromiso de los gestores culturales por lograr empresas exitosas, es lo que fortalece y fomenta la cultura local ha de superar el miedo al fracaso.
Quienes han tenido éxito, suelen presumir que al principio fallaron muchas veces y que gracias a esas fallas o fracasos, aprendieron lo que necesitaban para lograr su objetivo. Fracasar no tiene nada de malo, que lo malo es dejar de intentar una y otra vez para lograr.
- Doce editoriales rechazaron a Joanne Rowling con su libro Harry Potter que eventualmente ha vendido más de 500 millones de copias.
- El cementerio de fracasos de la fábrica de chocolate Zotter, que produce una de las más amplias variedades de chocolate del mundo, muesstra las iniciativas que no se han consolidado como
- Ana Lemoine, artista colombiana y cofundadora de la galería de arte virtual Artrade.co sostiene que ha aprendido más de los diversos desenfoques que casi han hecho morir a la empresa, que de sus incursiones exitosas.
Te recomiendo seguir el movimiento Fuckup Nights, en el que diferentes personas de muchos países del mundo hablan de sus fracasos para compartir con los demás cómo y porqué fracasaron en diferentes escenarios y qué aprendieron sobre ellos.
Miedo al éxito
El miedo al éxito es una condición psicológica que se caracteriza porque ante la posibilidad de alcanzar el éxito en una área determinada, las personas realizan esfuerzos, conscientemente o inconscientes, por arruinar dicha posibilidad.
Puede ser por miedo a al envidia y el rechazo, porque cree que no se loo merece, por el miedo a ser famosa y perder la privacidad o incluso vincularse con la culpa del sobrevivente, especialmente si se encuentra en un ambiente de fracaso, pobreza y falta de oportunidades equitativas e incluyentes.
El síndrome del superviviente, síndrome de supervivencia o culpa del superviviente, es un trasstorno psicológico una condición mental que ocurre cuando una persona percibe que no es justo que haya sobrevivido cuando otras personas que vivieron el mismo evento no lo han logrado, lo que genera desconcierto y perplejidad.
No importa que existan evidencias irrefutables sobre el hecho de que nuestro éxito personal no ha dañado a nadie, el no poder compartir ese éxito con el resto de la humanidad, puede ser suficientemente abrumador para boicotear un proyecto o una empresa.
Se han argumentado diversas razones que podrían provocar el miedo al éxito. En mi experiencia, el dimensionamiento de la responsabilidad social del éxito individual es una de las más complejas y a la vez absurdas, pues como dice Stephan Schmidheiny, no hay proyectos exitosos en sociedades fracasadas, ni sociedades exitosas con empresas fracasadas.
¿Cómo se define el éxito?
La palabra éxito viene del latín exitus que significa salida y se refiere al resultado satisfactorio de una tarea o proyecto, al momento en que se identifica que ha cambiado una situación específica por otra superior o que se ha logrado un objetivo propuesto.
Para Ayn Rand, un deseo presupone la posibilidad de la acción necesaria para su logro, una acción presupone un objetivo digno de ser alcanzado.
¿Qué características determinan a el nivel de éxito de las personas?
Desde finales del siglo XX, se generaron distintos estudios orientados a comprender la relación entre el éxito y los motivos individuales y colectivos que le inciden. De acuerdo con la publicación del Centro Emprende sobre motivación para emprendedores, hay tres tiplogías de personas cuya actitud se relaciona en gran medida con el éxito de las organizaciones:
Fatalistas
- Siempre resignadas, creeen que todo sucede por factores externos y que no son capaces de cambiar la realidad de la que son parte.
- Están paralizadas esperando que llegue algo que mejore su suerte sin preocuparse de que esto ocurra.
- En general son las menos exitosas y menos felices
- Siempre resignadas, creeen que todo sucede por factores externos y que no son capaces de cambiar la realidad de la que son parte.
- Están paralizadas esperando que llegue algo que mejore su suerte sin preocuparse de que esto ocurra.
- En general son las menos exitosas y menos felices
Asustadas
- Saben que las cosas podrían cambiar pero no se arriesgan a intentarlo por miedo al fracaso, al qué dirán o a los convencionalismos.
- Están estacionadas en su zona de confort sin atreverse a dar un paso hacia ningún lado.
- Tampoco destacan por su capacidad de tener éxito o ser felices.
Libres
- Ejercen la libertad de elegir sus objetivos y de esforzarse para conseguirlos.
- Son personas con fuerza de voluntad, que asumen riesgos, trabajan con tenacidad y paciencia, y se sobreponen a los fracasos, las burlas y las adversidades.
- En general son las más exitosas y felices.
- Ejercen la libertad de elegir sus objetivos y de esforzarse para conseguirlos.
- Son personas con fuerza de voluntad, que asumen riesgos, trabajan con tenacidad y paciencia, y se sobreponen a los fracasos, las burlas y las adversidades.
- En general son las más exitosas y felices.
Parece que el principal reto para tener éxito, es insertarnos en el ámbito de la libertad, lo que suele requerir revisar nuestros hábitos de pensamiento y comportamiento, comenzando por dar crédito a nuestros miedos y nuestros deseos, atendiendo a nuestras pasiones y buscando las oportunidades que nos permitan conseguir lo que nos proponemos con constancia y determinación.
La importancia de incluir las habilidades socioemocionales en la agenda de educación de América Latina es uno de los principales retos para lograr que las personas se relaciones exitosamente en la vida. El asunto se puede resumir en una frase de Aristóteles: Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto.
¿Con cuáles de éstas frases paradigmáticas te identificas?
- Ser exitoso es mi derecho.
- Ser exitoso es un derecho de algunos cuantos que nacieron con recursos para prosperar.
- Tener éxito es la mejor manera de ayudar a otras personas a ser exitosas.
- Si tengo éxito impido que otras personas sean exitosas.
- Alguien como yo puede lograr lo que se proponga.
- Solo los privilegiados logran lo que se proponen.
- Puedo definir el éxito en mis propios términos, con mis propias reglas, y construir una vida feliz y exitosa.
- Las reglas del éxito están escritas en un manual y la mejor manera de vivir es siguiendo esas reglas.
- Quiero ser agente de cambio y un ejemplo de éxito para mi comunidad.
- Mi responsabilidad esta solamente en mi ámbito de competencia.
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