El proceso de mapeo ha de motivar el diálogo sobre asuntos relacionados con políticas públicas y proyectos de desarrollo territorial y no es un proceso rápido, pues el objetivo no es tener un mapa, sino mapear y aprender a mapear.
Se necesita paciencia y preparación para recabar y procesar información, llegar a acuerdos y utilizar el proceso para promover el cambio social y el fortalecimiento del sentido de lugar.
El tiempo y los ejercicios de mapeo que se utilizan son flexibles y se definen por los propios participantes, ya que los resultados dependen de los hallazgos que surjan durante el proceso y de cómo se decida explorarlos y gestionarlos.
Durante el proceso de mapeo se cuenta la historia y se reconocen las características de la estructura física, el patrimonio local, los puntos de interés, los productos y servicios de apoyo.
Imaginar que somos escuchados y observados por alguien ávido de conocimiento (visitante), es un importante motivador que aumenta la energía del equipo creativo, pues se establece un diálogo empoderado, empático y productivo que nos ayuda a reconocer el valor del territorio local y el patrimonio comunitario y nos motiva a disfrutarlo, aprovecharlo, cuidarlo, difundirlo y compartirlo.
La información se ubican visualmente en el mapa y se almacena para nutrir los otros instrumentos de conducción de visitantes.
La precisión de los mapas no es crucial en este ejercicio ya que el objetivo es utilizar y desarrollar la experiencia y el conocimiento de la comunidad. Sin embargo es deseable que el resultado final del mapeo, logra incorporar información geográfica real y posicionar los espacios patrimoniales y negocios que se busque promover para aumentar la distribución del ingreso en las localidades.
No perdamos de vista que este ejercicio no es tener un mapa con precisiones geográficas, sino es una oportunidad para descubrir, analizar y apropiarse del espacio local. En este sentido, si es posible, vale la pena incorporar al proceso la mayor cantidad de personas que sea posible: escuelas además de grupos que se vinculen con la cadena de valor del turismo: personas de contacto con los visitantes como taxistas, recepcionistas, meseros y dependientes de tiendas de conveniencia y artesanías, representantes de cámaras y asociaciones, funcionarios municipales, autoridades tradicionales y religiosas, en fin, la lista es tan larga como importante como las ventajas de conocer, reconocer y enamorarse del territorio que nos sostiene.
Entre más personas participen en los talleres de mapeo, mayor será el alcance en términos de promover la cultura colaborativa y el conocimiento profundo de la localidad entre quienes la habitan.
Este ejercicio puede combinarse con el ejercicio planteado en el análisis de manifestaciones culturales de una localidad. Dependerá de cuánto tiempo se disponga, el perfil y conocimiento técnico de los participantes y cuánta profundidad se requiera para cumplir con los objetivos del proceso en que se esté interviniendo.
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