¿Los viajeros de negocios disfrutan la cultura local?
Por Alejandra Zorrilla
Hace muchísimos años que las caravanas de mercaderes de Siria o Chipre llegaban a Egipto acompañadas por personajes interesados en conocer las pirámides y dicen que algunos dejaron inscripciones sobre sus viajes, sus percepciones y motivos en los templos de la ruta. Si esto es cierto, ya desde hace mucho, mucho tiempo, los turistas de negocios manifestaban una cierta tendencia por hacerse acompañar de amigos, colegas y familiares, y desviarse un poco de sus oficios con la intención de conocer los atractivos culturales que valen la pena en los lugares que visitan.
¿En qué segmento deben ubicarse quienes viajan para negociar y se desvían para conocer?, ¿existen o han existido viajeros que no voltean a mirar el territorio que se les presenta, que no influyen en la cultura de quienes visitan y llevan a casa elementos que los enriquecen?
Los mercaderes europeos del siglo XIII también aprovechaban sus viajes para visitar lugares emblemáticos de Egipto, Grecia y la India.
La primera experiencia de Marco Polo con su padre y su tío, podrían ser otro ejemplo claro de las posibilidades que hoy tienen los viajeros de negocios en términos de su vinculación con las manifestaciones culturales de los lugares, aunque su motivo de viaje no sea inicialmente conocer otros mundos; de cómo la curiosidad cultural aumenta en la medida en que se exploran nuevos lugares y del impacto de un relato fantástico entre los públicos para generar el deseo de viajar. ¿Será que promover la participación de acompañantes a los viajes de negocios pueda resultar en una estrategia comercial adecuada para generar turistas culturales?
La narrativa de Marco Polo retrata su curiosidad y recopila, a su manera, todo lo que le parece extraño y maravilloso de los sitios que visitó. Los viajeros que se enfrentan con otras culturas viven entre la realidad y la fantasía, interpretan, comprenden y comparan su propia realidad con los mundos imaginarios que convocan las diferencias. ¿Qué tanto de la experiencia de un viaje es objetiva y cuánto es subjetiva? ¿Cuánto pesa la realidad y cuánto la fantasía al contar una aventura viajera?¿Cómo se generan las condiciones para sentir y soñar, preguntarse y contar, recrear y recomendar entre los viajeros de negocios?
Yo digo que los turistas de negocios son turistas culturales en potencia y solo necesitan un empujoncito para que decidan descubrirnos y lograr que regresen a casa a contar nuestros secretos. Y tú, ¿qué opinas?
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