Por Alejandra Zorrilla
Los talleres participativos son una herramienta de planeación que promueve el aprendizaje de la comunidad a la vez que generan múltiples beneficios directos para los proyectos de desarrollo comunitario y son una de mis fórmulas favoritas para trabajar en equipo.
La planeación participa es un proceso informado para tomar decisiones en consenso. Ten mucho cuidado para que la planeación participativa no se convierta en un proceso de manipulación participativa en la que sólo una o unas cuantas personas tomen las decisiones, y también de que no se tomen decisiones técnicas por parte de personas que desconocen las implicaciones de esas decisiones.
La planeación participativa es un proceso y no un suceso. Planear es un proceso educativo que propone, prueba, evalúa y retroalimenta.
Para planificar es preciso conocer la realidad.
Durante los talleres, pueden incluir distintas voces y actores. Se construye una atmósfera de negociación informada para ayudar a los participantes a tomar decisiones que se conviertan en acciones. Las iniciativas que surgen en los talleres suelen ser más exitosas a largo plazo siendo que fueron generadas por la comunidad.
A continuación te comparto los doce tips que recomiendo a los talleristas de Identidad y Desarrollo para mejorar sus resultados al impartir un taller.
12 tips para impartir un taller participativo con impacto y sentido
- Convoca tu sentido superior
- Prepárate y cuestiónate
- Pierde el miedo al miedo
- Concéntrate con tu energía antes de comenzar
- Comparte y revisa los objetivos de la comunidad de aprendizaje
- Acuerda las pautas de convivencia
- Establece el camino a seguir y respeta los procesos del grupo
- Cautiva a los participantes
- Presenta cada idea en una postal
- Evalúa los resultados y retroaliméntate
- Compromete a cada persona, incluyéndote
- Cierra con magia, como colibrí
1. Convoca tu sentido superior
Todos los talleres de Identidad y Desarrollo buscan crear conciencia sistémica a través de nuevos paradigmas que generen armonía entre las personas, la naturaleza y el tiempo en que estamos viviendo.
Cada taller tiene objetivos específicos relacionados con transmitir y construir conocimientos, desarrollar habilidades y detonar actitudes que nos ayuden a conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser en comunidad.
Así, además de transmitir conceptos y conocimientos técnicos, nos concentramos en reconocer lo que somos e invocar lo que aspiramos ser para lograr lo que realmente queremos:
- Estimular conversaciones reflexivas que impulsen el desarrollo sostenible y sustentable de los proyectos en los que participamos.
- Intercambiar información para impulsar la cocreación de nuevas ideas.
- Aprender a tomar decisiones conjuntas que contemplen la resolución de conflictos en los que se reconozca la propia realidad y se compare con otros puntos de vista.
- Identificar los recursos comunes para establecer acuerdos y pasos a seguir teniendo en cuenta las necesidades y expectativas individuales y colectivas de quienes conforman la comunidad de aprendizaje.
2. Prepárate y cuestiónate
El dominio del tema que trabajaremos durante el taller nos permite sentirnos más seguros frente a un público que espera aprender de nosotros, pero repetir un tema de memoria, sin permitirnos nuevos aprendizajes durante el propio discurso, no sólo es aburrido para el expositor, sino para sus interlocutores.
Nuestra propuesta no es solo transmitir conocimientos, sino encontrar nuevos cuestionamientos que abran nuestra mente y la de quienes participan en los talleres a nuevos aprendizajes.
Aunque es importante seguir el orden de tu guión o de las diapositivas que has preparado para dar una secuencia homologada en ciertos temas, cada tallerista ha de dar su toque personal creando su propio discurso, con ejemplos y argumentos propios.
La lectura textual de las diapositivas suele ser aburrida y distrayente para los participantes. Interioriza las ideas y argumentos para hacerlos tuyos. Si algo no te hace sentir cómodo o no terminas de estar de acuerdo, bórralo o expresa tus dudas frente a los participantes.
Lee y relee, practica y practica, estudia y ten la seguridad de que tienes mucho que aportar y mucho que aprender.
Conéctate contigo para conectarte con los demás, vincula tus reflexiones con tu propósito y encuentra preguntas que te potencien y te inspiren.
3. Pierde el miedo al miedo
El miedo a hablar en público es una reacción natural que compartimos todos los humanos. Entre las principales causas que explican esta condición, que se llama glasofobia o ansiedad para hablar, están:
- El miedo al rechazo. Dado que somos seres sociales, tememos al rechazo de la manada o el grupo al que pertenecemos, pues estar solos en un mundo salvaje nos dejaría indefensos y seríamos presas fáciles de nuestros depredadores. Por eso nos da pánico decir algo inapropiado que provoque rechazo de los demás.
- El miedo al ridículo. Es frecuente que nuestros amigos o familiares se hayan burlado de nosotros en algún momento cuando exponíamos nuestras ideas, sobre todo si estas resultaron innovadoras y diferentes a lo establecido. Estas burlas nos hicieron sentir ridículos y nos dieron la idea de que dijimos algo inapropiado o no tan inapropiado y el dolor de esa o esas veces se quedó en nuestro recuerdo.
- El miedo al fracaso. Frecuentemente recordamos los errores como fracasos. Cuando interpretamos que la situación en la que estamos no es propicia, anticipamos que algo va a salir mal como otras veces e inconscientemente nos programamos para que salgan mal, vinculándonos con una visión catastrófica que convocamos.
Para evitar el miedo escénico hemos de relajar la mente permitiendo a nuestro cuerpo estar alerta sin temor, utilizando diferentes ejercicios de relajación mental.
Podemos imaginan un mar tranquilo e inmenso o un bosque oloroso y fresco o una mano amorosa que nos sostiene antes de entrar al escenario.
Algunas personas dibujan la representación de una persona en su mano, cierran el puño y lo llevan a la boca para aspiran su fuerza personal antes de enfrentarse a un escenario.
Yo suelo respirar hondo por la nariz y dejar salir el aire por la boca lentamente, abrazando a mi miedo. Hago eso desde que una maestra me preguntó un día en que temblaba en el pasillo antes de entrar a un auditorio en que esperaba el cuerpo diplómático además de los jefes de mis jefes. ¿De qué tienes miedo? ¿De hacer el ridículo? Pues síp, le contesté. Se rió y me respondió: tienes miedo a olvidar parte de lo que tienes planeado decir, miedo a tener mala dicción o que se te trabe la lengua, miedo a que te pregunten algo que no sabes. Y todos esos miedos son normales, a mi también me pasa. No lo podía creer. Por un lado, la había visto frente a cientos de personas de los más altos niveles de gobierno y del sector privado, por el otro, había adivinado mis miedos.
Aprovecha el miedo a tu favor, me dijo, no sometas al miedo, solo tienes que vencer el miedo al miedo.
La mayoría de las personas no quieren al miedo, lo consideran un síntoma de debilidad, pero el miedo es útil y provechoso para hablar en público, pues genera adrenalina que nos ayuda a mantenernos alerta y agudiza nuestro ingenio. Respira tu miedo y llévalo contigo.
4. Conéctate con tu energía antes de comenzar
Antes de comenzar procura estar un momento contigo y adoptar una postura energética, que según las neurociencias nos ayudan a subir los niveles de testosterona y bajar los de cortisol, o una posición de meditación que te ayude a conectarte con el todo.
Algunas posturas que a mi me funcionan tanto para mi momento de antes como durante los talleres son:
- Llevar las manos entrelazadas atrás de la cabeza y estirar el cuello.
- Desplegar los brazos hacia los lados en forma de V para convocar la energía del universo.
- Sacar el pecho plantando las manos en las caderas y colocando las piernas alineadas con las manos.
- Flexionar un poco las rodillas de manera que no sobrepasen los dedos de los pies, abrir manos a los costados de las piernas, alinear tu columna de forma vertical y respirar tres veces profundamente. Este es mi ritual favorito, me ayuda a saber que soy popote y estoy conectada con la tierra y el cielo.
Cierra tu campo energético pasando tus manos por la burbuja imaginaria que rodea tu cuerpo y entra en el espacio en que te esperan tus compañeros de aprendizaje con paso firme.
Hay muchas publicaciones que pueden ayudarte a elegir tus propias formulas para convocar y proteger tu energía. Prueba, practica, elige la que más te acomode y úsala en cada oportunidad. También en este asunto, la práctica hace al maestro.
5. Comparte y revisa los objetivos de la comunidad de apendizaje
Muchas veces las presentaciones que realizamos se alinean los objetivos institucionales, otras veces tienes tus propios objetivos.
Comienza el taller compartiendo los objetivos preestablecidos para encuadrar el camino a seguir y posteriormente escucha las expectativas de los participantes para incorporar aquellos intereses que sea posible atender y acota las expectativas haciendo claro lo que no será posible contemplar.
La idea de trabajar en formato de taller es aprender en comunidad y trabajar en conjunto, reconociendo las perspectivas individuales y colectivas. En cuanto el taller comienza deja de ser tuyo para convertirse en nuestro.
Recuerda que la satisfacción es un asunto de expectativas contra realidades. Revisa la fórmula ser para establecer objetivos del grupo. Aprender a establecer objetivos comunitarios nos hará más fácil vivir en un mundo participativo y corresponsable. Si los participantes no están de acuerdo a dónde queremos ir, ¿cómo vamos a llegar?
La planeación participativa se facilita cuando solicitamos a los participantes que se presenten y expresen su objetivo personal al inicio del taller. Consulta el ejercicio deseos y expectativas.
6. Acuerda las pautas de convivencia
Las pautas o protocolos de convivencia nos ayudan a establecer una buena estructura de trabajo, evitar conflictos posteriores y generar armonía en la comunidad de aprendizaje.
La disciplina respetuosa, positiva y colaborativa es importante para saber qué esperamos los unos de los otros y comprometernos juntos:
- Que sean sencillas y comprensibles para todos.
- Que sean consensuadas y acordadas desde el principio o establecidas en el momento en que se surja la necesidad de establecerlas.
- Que sean monitoreadas por el propio grupo y se asegure su cumplimiento a través de mecanismos respetuosos.
Algunas de las reglas y pautas de comportamiento que vale la pena considerar en un taller están: el uso de celular, cuándo y cómo intervenir durante el proceso de aprendizaje, cómo mantener una actitud abierta, respeto y empatía a los demás, evitar la crítica y las discusiones que no son parte del tema del taller, aceptar que nadie tiene la verdad absoluta.
El formato de taller nos permite hablar sobre escucha activa, empatía, comunicación asertiva y otros temas que ayuden a mejorar las relaciones entre las personas que conforman las comunidades relacionadas con el tema taller: una organización, un evento, una actividad productiva, una familia o un destino.
7. Establece el camino a seguir y respeta los procesos del grupo
Conocer el itinerario de la sesión y el programa del taller ayudará a quienes participan a sentirse más seguros y cooperar mejor para cumplirlo en tiempo y forma.
Sin embargo el aprendizaje grupal a través de ejercicios y dinámicas participativas puede tener diferentes ritmos.
Recuerda que más allá de desarrollar una tarea, tallerear se trata de promover un ambiente de interrelación entre los miembros del grupo para aumentar sus habilidades de planeación, comunicación y negociación. Apoyemos a quienes participan a defender sus propios argumentos o reconstruir argumentaciones colectivas para ajustar la ruta a través del intercambio de opiniones que fortalezcan el trabajo en equipo.
La tarea más importante de quien facilita o modera el proceso es ayudar a los grupos a tomar control de su proceso de aprendizaje.
Procura no intervenir u opinar cuando estén trabajando en ejercicios o dinámicas participativas, salvo para asegurar que todas las personas se sientan cómodas, tengan igualdad de oportunidades para participar y promover la discusión entre ellas formulando preguntas y escuchando activamente.
8. Cautiva a los participantes
Ser empático y amable es imprescindible. Saluda, establece contacto visual, cuida tu lenguaje corporal, agradece la presencia de cada persona y del grupo en general.
Da toques de humor sano de vez en cuando. Considera con máximo interés y respeto las preguntas y comentarios de quienes participan. Transmite seguridad y espontaneidad ayudando a quienes argumentan algo de interés de la mayoría, acotando con amabilidad a quienes hablan demasiado, se quejan o salen del tema.
Haz contacto visual con una persona a la vez, busca a quienes te hagan sentir comodidad y te permitan conectarte con el grupo entero a través de sus ojos.
Para que tu lenguaje corporal te ayude a conectarte y sentir seguridad, fluye. Recuerda que nuestro cuerpo guía nuestro estado de ánimo y nosotros guiamos nuestro cuerpo, somos de ida y vuelta.
Modula tu voz poniéndo énfasis en las palabras que quieras reforzar, mantén la voz firme y alta, aunque cambia de tono en momentos clave.
No titubees, no pasa nada si te equivocas y recuerda que en cualquier momento puedes decir que lo vas a investigar si no lo sabes, esto siempre dará un buen ejemplo para ser un buen aprendiz.
Mantén una postura erguida, cómoda y relajada; inclina el cuerpo hacia delante o atrás para hacer énfasis en los conceptos que quieras reforzar; utiliza las manos: no las dejes inmóviles, ni las tengas en constante movimiento.
Apapáchate. Bebe agua y respira profundamente unas cuantas veces dejando salir el aire suavemente antes y durante tu exposición. Con un cerebro oxigenado e hidratado piensas mejor y al apapacharte a ti mismo muestras a los demás que vales para ti y para cualquiera que quiera valorarte.
9. Presenta cada idea en una postal
Cada idea que buscas explorar en un taller debe ser contundente y presentarse con sencillez. A veces tener demasiadas ideas y cosas que decir genera caos interno, lo que se manifiesta externamente y confunde a las personas que nos escuchan.
Establece claramente qué quieres que se lleven tus interlocutores con cada idea que presentas. Evalúa para qué sirve cada idea a tu objetivo superior y al tema específico del taller.
Si vas a presentar una idea compleja que tiene varios componentes, enuméralos antes de exponerlos para que las personas que te escuchan puedan estructurar su conocimiento y haz una tarjeta o lámina independiente para cada componente.
Si utilizas material visual no caigas en la tentación de presentar una sola lámina en la que resalten muchas ideas a la vez. Te tardarás lo mismo en presentar diez láminas con diez ideas que una sola con diez ideas y quienes las estén tratando de interpretar solo tendrán distractores que los lleven a ir y venir de idea en idea.
Ejemplifica los casos a partir de temas afines al público al que te diriges. Escoge ejemplos relacionados con al entorno local y la vida cotidiana de las personas que conforman el grupo de aprendizaje. Solicita ejemplos a los participantes.
10. Evalúa los resultados y retroaliméntate
Al terminar el taller revisa rápidamente con el grupo los objetivos que se establecieron al principio.
Coloca aquellos que el grupo considera que se cumplieron en una pila para sentir la satisfacción del logro.
Si queda algo en el tintero resuelve con el grupo cómo lograrlos: ¿Tendrán que investigar por su cuenta en algún sitio? ¿Enviarás un correo con información adicional? ¿Lo considerarán como tarea? ¿Se quedarán un rato más? ¿Solicitarán un nuevo encuentro o taller? ¿Realizarán una videoconferencia?
La satisfacción es un asunto perceptual. Ayuda al grupo a sentirse satisfecho con su inversión de tiempo, dinero y esfuerzo.
Si vas a aplicar un cuestionario de satisfacción cuida que sea corto, que te sirva a ti para mejorar y a los participantes para fijar su conocimiento y encontrar la utilidad de los aprendizajes.
11. Compromete a cada persona, incluyéndote
Antes de concluir, compromete al grupo con algo que de seguimiento a lo que aprendieron. Déjate sorprender escuchando lo que las personas desean lograr en sus negocios, sus puestos o sus familias. El deseo es el estímulo más poderoso.
Cuando es un grupo pequeño me gusta que cada uno diga su nombre seguido de: con lo que aprendí yo me comprometo a _____.
Comienza poniendo el ejemplo. Depende de cada caso, puedes comprometerte a responder alguna pregunta que haya quedado pendiente, a enviarles material para profundizar, a abrir un grupo en alguna red social, a comentar sobre el lugar, producto u organización entre tus amigos y familiares, a seguir aprendiendo sobre el tema en cuestión, a proponerles otro taller, en fin, cada caso es único e irrepetible.
Pon el ejemplo: Yo, Alejandra, me comprometo a responder por correo tus dudas sobre este tema si me contactas a través de la página de Identidad y Desarrollo.
12. Cierra con magia, como colibrí
Deja para el final algo suculento.
Puedes volver al inicio de la presentación para dar una sensación de cierre de ciclo; recapitular y concluir para refrescar todo lo que se aprendió en el taller; invitar a la reflexión sobre una idea que consideres central; o puedes inspirar a la acción.
Tu cierre va a depender del tema, del tamaño, de la disposición del grupo y de tu preferencia personal.
¡Que estos doce tips para impartir un taller participativo con impacto, te ayuden a generar armonía entre las personas, la naturaleza y el tiempo en que estamos viviendo!
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